Analistas 17/11/2024

Integridad sin excusas

Luis Fernando Algarra
Profesor de la Universidad de La Sabana

Los aforismos de Franz Kafka, autor de La Metamorfosis, son menos conocidos que su obra más célebre, pero poseen una profundidad y atemporalidad cuyo impacto puede trascender al ámbito empresarial y a quienes lo lideran. En 1918, Kafka escribió: “Al mal no se le puede pagar a plazos, y sin embargo lo intentamos innecesariamente”. Esta frase es una poderosa invitación a rechazar cualquier asomo de corrupción, no solo en las organizaciones, sino en cualquier entorno y circunstancia.

Durante 2024, Colombia cargó con el desalentador resultado de una puntuación de 40 en el índice de percepción de la corrupción 2023 de Transparencia Internacional. En este índice, las puntuaciones bajas indican altos niveles de corrupción, mientras que las cercanas a 100 reflejan niveles bajos. Con 40 puntos, Colombia queda en una posición vulnerable, por debajo de la mitad, con el riesgo que implica situarse en los peores niveles globales, muy lejos de países ejemplares como Dinamarca, que obtuvo 90 puntos en el mismo índice. Otros países con una puntuación similar a la de Colombia incluyen a Surinam y Guyana en América, y a Costa de Marfil y Tanzania en África.

Aunque el índice evalúa “los avances en la lucha contra la corrupción en el sector público,” debemos evitar caer en el error de asignar la culpa exclusivamente al gobierno o las instituciones. Los empresarios y directivos, en su papel de líderes y agentes de cambio diario, tienen la responsabilidad de liderar con el ejemplo y de incentivar pequeños cambios que, encadenados, podrían generar un impacto positivo en la sociedad. Los actos de corrupción, aunque parezcan insignificantes en la vida cotidiana —en el hogar, en los barrios, en las empresas— contribuyen colectivamente a esa misma puntuación de 40 que define nuestra realidad.

El pensamiento de Kafka sigue vigente: ¿se evita el mal solo cuando se convierte en una avalancha incontrolable que ni la conciencia soporta, pero se tolera en pequeñas dosis? La relativización de "lo malo" es sumamente peligrosa; son esos pequeños males los que abren la puerta a la normalización y a la justificación de actos indebidos. Así, situaciones como “es solo un lápiz; nadie se dará cuenta” comienzan a parecer insignificantes, convirtiéndose en fisuras que, si no se reparan, pueden volverse irreversibles.

Por supuesto, las instituciones cumplen un papel fundamental en la lucha contra la corrupción a gran escala. Sin embargo, el compromiso individual es igual de esencial, y el aprendizaje sobre la integridad nunca es tardío. Si alguien, a los 35 años, toma conciencia de que apropiarse de un lápiz ajeno está mal, habrá dado un paso importante hacia la sociedad que aspiramos construir, una sociedad en la que lo correcto se defienda en todos los niveles y contextos.

Aunque los resultados del índice se publicaron a comienzos de este año, la recta final de 2024 es un buen momento para la introspección, la revisión de logros y fracasos y para proyectar el año que viene con una visión renovada. En poco más de dos meses conoceremos los resultados correspondientes a 2024. ¿Habremos trabajado lo suficiente para alejarnos de esa peligrosa tendencia que parece mantenernos imantados a perpetuidad hacia las puntuaciones más bajas de la lista?

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