Analistas 11/12/2018

Academia y realidad

Luis Fernando Vargas-Alzate
Profesor titular de la Universidad Eafit

El pasado martes se realizó un panel en la Universidad de Antioquia, liderado por la Red Colombiana de Relaciones Internacionales (RedIntercol), en asocio con la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. El evento fue titulado “El Papel de la Academia en las Relaciones Internacionales de Colombia”. Los ponentes, todos miembros de RedIntercol, forzaron a los asistentes a analizar las conexiones entre su labor investigativa y las realidades internacionales del país.

La conversación auscultó en la necesidad de conceptualizar correctamente las áreas que tienen que ver con su actividad externa. Fue un tema válido como causal de un desempeño internacional no tan acertado en diferentes momentos de la historia republicana. Por lo menos se planteó allí tal hipótesis, mientras se insistió en el requerimiento para que no sólo los académicos, sino además los funcionarios (fundamentalmente del servicio exterior) y los diversos actores a los que atañe lo internacional, se acerquen a la comprensión de las relaciones internacionales, la política exterior y la política internacional, entre otros conceptos que podrían clarificar la gestión administrativa.

Algo llamativo del panel fue encontrarse con la coincidencia de posturas frente al rol de la opinión pública en el país. A partir de un estudio que se citó, realizado por la Universidad de los Andes desde el año 2008 en adelante, y que se construye a través de la aplicación de encuestas directas a población de diversos sectores sociales, se concluye que lo internacional en el país, a pesar de las más frecuentes interconexiones, vínculos, acuerdos y compromisos, es algo sin relevancia para el común de la gente. Salvo los temas relativos a la relación bilateral con Venezuela y lo ligado a los litigios internacionales con Nicaragua, el ciudadano de a pie se preocupa poco por lo que pase o deje de pasar con el país en el ámbito externo.

Algunas razones se arguyeron en la conversación, pero la más llamativa pudo ser la que se enfrascó en el debate sobre si la política exterior es o no una política pública. La discusión está abierta, por lo que hay claramente posiciones en favor y en contra de ello. Pensar la política exterior (PE) como una política pública implica revisar todo el proceso mediante el cual se construye dicha estrategia, tanto en relación con las áreas geográficas como en materia temática y de necesidades trascendentales. Solo un examen muy juicioso de los detalles en torno a dicha confección estratégica podría validar a la PE como una política pública.

Un factor relevante en medio del debate es si la construcción de una agenda formal, generadora de políticas que se puedan considerar estratégicas para la búsqueda de objetivos concretos en las relaciones internacionales de Colombia, permite la participación pública, como se describe en cualquier manual que haga alusión a tales procedimientos. De golpe se antoja descartar la posibilidad del componente público en la generación de tal agenda, si es que ésta realmente se concretara.

El panel se adentró también en el tema de la cooperación internacional, como un elemento clave, no solo de las relaciones internacionales de Colombia, sino además de su política exterior e internacional. Con una sugestiva muestra de métodos cuantitativos, la sesión llevó a los participantes por un recorrido de los flujos de cooperación que arriban al país y sus destinos finales. Particularmente se pudo evidenciar que, rara vez, la cooperación (o mejor, sus planes y proyectos) llega realmente donde más se está necesitando; contrario a ello, se ha determinado que son los compromisos con los electores la variable más fuerte para determinar a dónde van los recursos.

Al final, el trabajo universitario devela unas realidades sobre el absurdo manejo político que, con frecuencia, distancia a los académicos del Gobierno Nacional. Quizá esta sea la más fuerte de las razones para mantenerse al margen.

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