La internacionalización como reto
Recientemente se han adelantado actividades que procuran, además de fortalecer la socialización sobre lo ofrecido por la Misión de Internacionalización de Colombia, convocar a más fuerzas de todos los sectores interesadas en acercarse a la propuesta emanada desde el Gobierno Nacional el pasado agosto.
Sobre la Misión habría que anotar que se ha convertido en un importante intento de salir del tradicional ostracismo que muchos de los actores del sistema productivo y la sociedad colombiana en general han reflejado por décadas. Sin embargo, también tiene de negativo que ya ha habido varios intentos del mismo tipo que, una vez cambia la administración central, son diluidos y hasta borrados del mapa de las estrategias de país. Basta con recordar la Misión de Política Exterior llevada a cabo en el último año de la administración Uribe Vélez. Una vez Juan Manuel Santos llegó al poder, ésta se fue al baúl de los recuerdos y nada pasó respecto al tema.
La comparación con esa Misión de 2010 es importante y pertinente, porque coincide en gran parte con la materia de análisis, pero sobre todo porque la actual Misión de Internacionalización del país se lanzó justamente a un año de que el presidente Iván Duque salga de la Casa de Nariño. Así, el principal temor que aflora es que se repita la historia y no pase mucho con esta propuesta que se viene socializando.
Ahora bien, en relación con la manera como se ha venido difundiendo la actual Misión de Internacionalización, debe anotarse que en ese punto sí hay grandes diferencias con propuestas previas, en diferentes tiempos y diversos contextos. Muestra de ello se pudo visualizar en la actividad reciente liderada por Proantioquia y la Andi, seccional Antioquia. Además de cumplir un rol de docencia, se convirtió en un espacio explicativo de la mayor importancia para los participantes.
En tal conversación se enfatizaron las razones por las cuales se hizo necesaria la Misión, cómo se estructuró, y el camino a seguir de acuerdo con sus objetivos. Para ello, los participantes desarrollaron y brindaron explicaciones conducentes a que la sociedad comprenda, primero la estructura, después la razón de ser de la misma. Resultó valioso y oportuno el énfasis en la comprensión de lo que significa la tecnología en sentido estricto, por ejemplo.
A partir de lo divulgado, queda claro que en Colombia debe hacerse un esfuerzo para ampliar la base del entendimiento y la comprensión de lo que representa la internacionalización, que facilite avanzar en la estrategia de reactivación económica, crecimiento e inclusión, y que permita, entre otras cosas, cerrar la brecha tecnológica.
Sin embargo, a pesar de todo lo positivo que contiene el mensaje y la estrategia planteada, un claro sinsabor queda en el contexto. Primero, porque a los internacionalistas de Colombia no se les tiene en cuenta para hablar de la internacionalización del país. Esa, a todas luces, es la gran paradoja y lo particular de un ejercicio como éste. En segundo lugar, aparece la pregunta sobre cuánta atención se prestará, por parte del gobierno nacional, a lo que la Misión expuso. Por tradición, los gobiernos hacen oídos sordos a las recomendaciones que entrega este tipo de comisiones. Incluso, siendo nombradas por ellos mismos.
Finalmente, y aunque suene a reclamo, pareciera llover sobre mojado. No hay tanta novedad en muchos de los hallazgos que la Misión de Internacionalización ha entregado. Son varios los académicos, de diversas universidades de Colombia, los que han detectado este tipo de cosas en sus trabajos de investigación. Dichos trabajos han sido socializados al punto de abrir un debate desde hace más de una década, sobre la necesidad y urgencia que el gobierno nacional abra la puerta, no solo al debate, sino además al acompañamiento de los expertos en materia internacional. Pasará el tiempo y se sabrá si esta vez sí funcionará el ejercicio.