Analistas

Olímpicos y Paralímpicos

Luis Fernando Vargas-Alzate

Terminaron las justas deportivas más importantes del planeta, celebradas cada cuatro años, y con la característica de ser el único evento en el que se congregan deportistas de todas las disciplinas reconocidas por el Comité Olímpico Internacional. Es una fiesta deportiva que entretiene, envuelve y pone los nervios de punta, principalmente cuando los atletas de la nación propia del espectador se debaten por una medalla. Dentro de todo lo vivido, bien vale un análisis de la región y el país en materia de resultados.

Lo primero que debe resaltarse es que la competencia deportiva ha sido ya caracterizada a lo largo del tiempo como un escenario de disputas más allá de las deportivas. Los Juegos Olímpicos (Jjoo) gradualmente se convirtieron en el espacio predilecto para mostrar quién es quién en materia de poder blando. Es decir, acá las rivalidades deportivas permiten medir cuál actor, país o delegación se ha preparado mejor. Ello implica disciplina, acompañamiento y la convicción de ser y estar entre los mejores. Pero también, se requiere de una inversión significativa, tanto de los gobiernos como del sector privado.

Al analizar los casos de los dos rivales más enconados en la competencia deportiva olímpica, se nota una gran diferencia en la manera como se le inyecta capital a la preparación de las delegaciones. En Estados Unidos, vigente campeón, la empresa privada es fundamental, mientras que, en China (subcampeón), el Estado es el que asume el más alto porcentaje en la financiación del proceso. Igual sucede para el caso de los Paralímpicos, China los ganó por la evidente suficiencia del Estado en la preparación, mientras el Reino Unido ocupó el segundo lugar, gracias a un fuerte apoyo de los particulares.

En América Latina aún se está lejos de estas posiciones. La región experimenta otro tipo de circunstancias que impiden la generación de una estrategia ganadora de mediano y largo plazo. Sin superar las dificultades propias del subdesarrollo, son otras las prioridades y necesidades de sus naciones. Quizá con las dinámicas y resultados de los Juegos Panamericanos sea más fácil analizar a la región.

En los Jjoo, el primero de los latinoamericanos fue Brasil, que ocupó la posición 20, seguido en la región por Cuba, que se quedó con la trigésimo segunda casilla. En tercer lugar se ubicó Jamaica, que en la competición ocupó el puesto 44. A Colombia apenas si le alcanzó para situarse 66, manteniendo la misma posición lograda en Tokio (2020), pero desmejorando notablemente en relación con los Jjoo de 2016, donde había logrado el puesto 22, con tres medallas de oro, dos de plata y tres de bronce.

En los Juegos Paralímpicos, Brasil ocupó la quinta posición, Colombia quedó ubicada en el puesto 19, mientras Cuba se quedó con la casilla 24. Los resultados obtenidos por la delegación colombiana son de resaltar y reconocer como los más grandes de su historia. Han roto su propio récord con cuatro medallas más que en las justas de Tokio.

En definitiva, aunque en América Latina no se está aún a la altura de los grandes contendientes del deporte, al interior de la región, los resultados han dejado claro que Brasil, en ambas competencias, ha hecho mejor su labor. Y para el caso colombiano, aunque el trabajo y el esfuerzo planificado para competir en los Paralímpicos resultó fenomenal, la realidad es que se está lejos de considerarse planificadores del deporte olímpico.

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