¿Tiene el Estado (Gobierno) colombiano una estrategia internacional que le permita alcanzar las metas trazadas en sus políticas (públicas) domésticas? Es una pregunta obligada luego de diecinueve meses de la actual administración. La estrategia planteada en el interrogante es la que oficialmente se conoce como la política exterior de los Estados.

Así las cosas, llevando la cuestión a una frase más simple, la pregunta es: ¿tiene Colombia una política exterior? Una respuesta negativa resultaría ilógica. A estas alturas, pocos señalarían que el Estado colombiano carece de una estrategia de inserción en materia internacional. Sin embargo, hasta hoy no existe evidencia de su existencia. Al menos, sigue sin oficializarse material que así lo determine.

A pesar de contar Colombia con un mandatario que viaja con frecuencia por el mundo (quizá más de lo necesario) y que se esfuerza en socializar muchas de sus ideas y tesis en torno a temas neurálgicos, es preocupante que en todo este tiempo la nación colombiana siga sin tener claridad sobre cuáles son los objetivos, lineamientos y directrices oficiales en materia de política exterior.

Más crítico aún resulta el hecho de que en la revisión a las informaciones ofrecidas por el primer mandatario en asuntos de política internacional, casi siempre a través de la red social X, éstas resulten vagas, ambiguas y divergentes en muchos casos con lo que ha sido el comportamiento externo del Estado colombiano a lo largo de su historia.

El mensaje oficial expuesto en torno a la política exterior es precario y relativamente ambiguo, si se compara con otras administraciones que, al menos, plantearon en un documento lo que serían las acciones estratégicas en el campo internacional. Lo declarado por la Cancillería se limita a señalar que la PEC “se enfoca en la consolidación y fortalecimiento de instituciones y políticas que, a su vez, respondan al ritmo de los cambios que se perfilan en el sistema internacional”.

Además, precisa que “se buscará destacar temas en los que Colombia ha desarrollado capacidades y potenciales”; y que “se fomentarán las relaciones bilaterales con los países en los que no se ha hecho suficiente énfasis hasta el momento, buscando mecanismos novedosos que permitan mejorar el acercamiento político y lograr más oportunidades de comercio, inversión e intercambio tecnológico” [Sic.]. Terminando con que, “se continuarán profundizando las relaciones con los socios tradicionales y estratégicos del país”.

Salvo distinguir algunos innegociables -hasta ahora- en la posible estrategia de política exterior, como son el enfoque de género, la defensa del medio ambiente, la exigencia de una reformulación al sistema financiero internacional y las discusiones en torno a la “guerra contra las drogas”, no se ha brindado claridad sobre cuáles serán los puntos de encuentro entre esos aspectos y las políticas públicas domésticas en Colombia. La formulación de una estrategia de inserción internacional (política exterior) exige ese vínculo, de lo contrario pierde validez.

Cierto es que el Presidente de la República es muy activo en redes y moviéndose por el mundo. Sin embargo, otra cosa bien diferente es el análisis en torno a la estrategia de inserción con la que cuenta su Gobierno para favorecer, entre otras cosas, la implementación del Plan Nacional de Desarrollo. Muy poco hay para mostrar a 19 meses de gestión del Minrelex.