Analistas 04/12/2025

Francachela y comilona con la cocina en llamas

Luis Guillermo Echeverri Vélez
Ganadero, abogado y economista agrícola

Dice el adagio: “Lo que nada nos cuesta volvámoslo fiesta”. El asunto no es de izquierdas y derechas. Aquí el desfalco y la bacanal estatal la pagan los impuestos de un sector productivo incapaz de soportar la dura carga tributaria. A Colombia se le está quemando la cocina y el futuro depende de que no continúen en el poder ni queden libres, los líderes del narcoterrorismo y sus perniciosos aliados políticos.

La inconciencia e irresponsabilidad con que se conducen hoy el Estado y las instituciones asociativas políticas y gremiales hace que la sociedad colombiana se tambalee en medio de una borrachera electoral donde se baila con la criminalidad al son de la ilegalidad y se corre el riesgo de consolidar un régimen comunista.

La clase política disfruta de tremenda francachela electoral atendiendo perversas ideas de estrategas políticos extranjeros, a quienes poco les importa el futuro del país. Y el gobierno protagoniza una grotesca comilona presupuestal cocinada en la paila por donde circula un volumen de recursos ilícitos sin precedentes.

La total ausencia de legalidad y justicia hace que un país lleno de biodiversidad, agua y energía desperdicie su talento humano y pierda el tren del desarrollo en plena era del conocimiento, donde la computación cuántica se mide en “Qubits”, unidades que calculan simultáneamente tantas partículas como se puedan observar en el universo.

El incendio del vecino ya pasó la frontera y el país carga con la miseria humana creada y desplazada por el castrochavismo y la ruina de la economía formal que está vencida por los volúmenes de dineros que se tranzan por debajo de la mesa, el costo de la inseguridad, y el efecto de la desconfianza inversionista en el sector productivo.

El mercado financiero está inundado por una formación de capitales ilícitos alimentada por el producido de la exportación y lavado de cuatro mil toneladas de cocaína, de la minería ilegal, el contrabando físico y técnico, trece billones de remesas año y los retiros de dólares por cajero.

La banca nacional hizo un pacto tácito de no agresión con el gobierno, que le permite limpiar cartera gracias a los flujos que recibe del movimiento de la economía clandestina, que tienen al país entero gastando al debe de manera peligrosa.

No olvidemos que seguimos siendo el país de origen de la cocaína y de gran parte de la minería ilegal, que en parte se distribuían al mundo a través de Venezuela y en parte desde Colombia a carteles mexicanos. Hoy a partir de la intervención americana en el Caribe buena parte de ese negocio ilegal se está tranzando directamente en Colombia con todo tipo de mafias y carteles internacionales bajo el auspicio del gobierno, la Fiscalía y las fuerzas armadas.

El gasto del Estado en política no atiende los límites de la ley de garantías y descuenta el riesgo de que la justicia les haga pagar sus ilícitos, en un país donde las decisiones en favor de la legalidad no pasan de ser un caramelo escaso.

Queda por verse qué nos espera en materia de transparencia electoral, pues Colombia está en manos de un tirano que tiene a su favor el haber comprado parte del legislativo, injiere en la Fiscalía, en los demás órganos de control, las fuerzas armadas y la capacidad de inteligencia y presión fiscal, y en parte de las cortes, y que insiste en quedarse en el poder o en entregarlo a alguno de los candidatos que ya anunciaron que le garantizarían impunidad.

Vivimos en medio de un ámbito politiquero, clientelista y corrupto como el común denominador del ejercicio de la cosa pública y hace falta una representación gremial capaz de poner a raya un gobierno destructor. Muchas de las grandes empresas, especialmente las que contratan con el Estado, siguen creyendo que sus problemas se solucionan haciendo lobby individual y fletando parlamentarios para las elecciones venideras.

Mientras un centenar de oportunistas se sacan los ojos unos a otros, nos distraen con aquello de que si la izquierda o la derecha, cuando el ataque político del gobierno comunista disfrazado de izquierda a quienes puedan hacerle contrapeso va desde el asesinato a la protección de asesinos como gestores de paz y la judicialización de familiares inocentes para ablandar oposición.

¿Hasta cuándo nos van a durar la opresión narcoterrorista y la borrachera de escándalos políticos frente a una sociedad que necesita soluciones a sus problemas?

Tengamos claro que el único caballo que tiene la democracia, capaz de aguantar la distancia y derrotar el comunismo, es Uribe acompañado de todo el sector productivo colombiano.

P.D. Toda mi solidaridad al Presidente Uribe y a su familia, difamados, perseguidos y maltratados por la dialéctica que caracteriza la propaganda con que el comunismo culpa siempre a la oposición de todos los males que le causa a una nación. Conozco desde mi infancia a Santiago Uribe Vélez y a toda su familia y doy fe de sus calidades como ser humano y persona honorable.

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