Multiplicación del narcoterrorismo a la lata
Se habla mucho de que no está funcionando “La tal Paz total”. No nos hagamos los inocentes ni los pendejos, miremos bien los antecedentes, porque esto realmente es la multiplicación exponencial de narcoterrorismo.
Cómo va a funcionar La Paz total si es esencialmente un acuerdo entre toda suerte de delincuentes, y eso es como conectar el radio en el enchufe de 220V de la lavadora, un corto circuito que resulta quemando el radio y de paso puede incendiar el rancho.
Empecemos por aclarar que hoy quienes escriben al respecto, pasan por alto o no reconocen varias cosas fundamentales para entender en que estamos y porque llegamos a este desmadre tan hijuemadre.
Se deben recordar los fallidos intentos de paz durante 70 años y que aquí la esencia guerrillera degeneró en narcoterrorismo. Se debe tener presente que aquí “los delincuentes NO tienen su negocio para la venta”.
No se pueden pasar por alto las ilusas estupideces de la época Belisario, el pifió ético de Gaviria que negoció con la mafia, ni la gaminería de Samper que se abrió de patas ante el narcotráfico desde la campaña, las ambigüedades de Pastrana que quiso “mamar y silbar a la vez”, ni las palabras que dijo Timochenko al empezar las reuniones en Cuba: “Nosotros seguimos con todas las formas de lucha. No hemos renunciado a ninguna y el objetivo es el poder”. Algo que los negociadores del gobierno Santos desconocieron, disculpando públicamente a las Farc.
Se debe recordar que Uribe llegó a la presidencia porque le ofreció al país cumplir la ley y así garantizar la seguridad ciudadana y NO negoció con los narcoterroristas enmascarados ideológicamente. Así es Colombia: A Uribe le dicen paraco, pero no reconocen que él fue quien los sometió a la ley, los desarmó, los encanó y extraditó a quienes no cumplieron.
A Santos y a Petro nada le dicen de su responsabilidades como presidente y como senador, al primero por traición a la patria y al otro por haber incendiado el país con múltiples conductas ilícitas durante cuatro años tratando de derrocar a Duque porque le arrebató el triunfo en 2018 por casi dos millones y medio de votos.
Recordemos que Uribe fue reelegido y a Santos lo eligieron porque su oferta era continuar en la lucha contra el crimen organizado. Uno cumplió y el otro simplemente se mamó y vendió la constitución en Cuba y de paso dejó herida la democracia al comprar las cortes y el congreso.
Recordemos que Santos no fue reelegido de forma transparente y que en 2014 su obra fue dividir totalmente la sociedad colombiana a cualquier costo en procura de un Nobel ficticio. Se debe recordar que Santos a quien traicionó fue al electorado y a la patria al convertir en legal todo lo que antes era ilegal.
Hay que recordar que Duque fue el único que fue a la corte a argumentar contra el “fast-track” y el único que denunció internacionalmente la dictadura de Maduro. Se debe recordar que Duque tuvo que cumplir la ley que juró defender como obligación constitucional y que quienes no fuimos capaces de hacer valer el triunfo del “NO” en 2016, tenemos una responsabilidad por obrar con ingenuidad ante el cinismo de Santos, del congreso y de unas cortes vendidas.