Analistas 23/11/2022

El conductor elegido

Después del varillazo en las rodillas que le significó al sector privado colombiano la reforma tributaria -con todas sus consecuencias anti-empleo y anti-inversión- el Ministro de Hacienda ha salido a calmar las aguas. Pronostica una disminución de la inflación para el año entrante y estabilidad en el dólar, aunque sea a los niveles estratosféricos en los cuales se encuentra.

Poco habla de crecimiento, que será probablemente negativo, y es optimista sobre la situación económica, como lo son todos los ministros de Hacienda en todos los momentos: esa es parte de su función.

Ocampo ha fungido como conductor elegido de este Gobierno, que cada vez más se parece a una chiva rumbera, atiborrada de jolgoriosos pasajeros borrachos que ignoran las miradas displicentes de los transeúntes parados en el andén.

Sin embargo, el camino pronto se pondrá curvoso y retrechero. El mayor gasto deficitario del Gobierno -que será patente en la adición presupuestal que se presentará en unos meses- empujará los límites de la regla fiscal. Norma que el presidente no parece tener en alta estima. (Es la regla “que se supone no se debe romper”, trinó hace unas semanas. Ojo con el condicional “se supone”). La ola invernal le ofrecerá el pretexto perfecto para suspenderla, tal vez de manera simultánea con la declaratoria de una emergencia económica y social.

Si esto ocurre, será la muerte del canario en la mina que anuncia la explosión. Los tenedores extranjeros de deuda pública, con $121 billones en TES en sus manos, los soltaran como si fueran hierro caliente. De hecho, desde julio de este año dejaron de comprar y están sentados esperando el desarrollo de los acontecimientos. Una salida masiva de capitales implica una devaluación masiva. Si el dólar está en la estratósfera, en este escenario se saldría del sistema solar. Esto obviamente echará al traste cualquier aspiración de controlar la inflación. La argentinización del país sería inevitable. El costo de vida y el desempleo son los principales problemas de los colombianos, según las encuestas. Con un desbarajuste económico de grandes proporciones nadie podrá vivir sabroso.

Quizás el conductor elegido logre sortear la carretera sin que los pasajeros -y el dueño de la fiesta- lo manden al abismo. Para esto es necesario tener claro que los inversionistas no comen cuento. De nada sirven los discursos veintejulieros ni las plegarias latinoamericanistas para justificar la irresponsabilidad fiscal. Sobre todo cuando van acompañados de amenazas veladas. Insinuar controles de cambios, impuestos a la repatriación de capitales o controles de precios, como lo han hecho el presidente y sus ministros, no ayuda para nada. Más bien, deja entrever las verdaderas intenciones de quienes detentan las riendas del poder.

A estas alturas, cuando el nerviosísimo se respira en el ambiente, lo único que sirve para restaurar la confianza es conservar el manejo históricamente ortodoxo de la economía. Y esto implica el cumplimiento sin excusas y sin ambages de la regla fiscal.

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Ministerio de Hacienda - José Antonio Ocampo