Analistas 12/07/2023

Elecciones en España

El próximo 23 de julio ocurrirá un hito electoral trascendental para el futuro colombiano. Pero no ocurrirá en Colombia. Se dará al otro lado del atlántico, en lo que en otra época llamaron la “madre patria” y que ahora es solo el reino de España.

Se trata del plebiscito en contra de Pedro Sánchez, el líder del Psoe, la agrupación socialista española que en otrora condujera al país a la modernidad pero que desde hace unos años ha derivado hacía la contemporización woke y la transaccionalidad más vergonzosa con fuerzas independentistas y extremistas.

Para conservar el poder, Sánchez le vendió el alma al diablo de Podemos -los hermanitos de leche del petrismo-, a los sucesores políticos de ETA y a los independentistas catalanes, que han actuado en rebelión contra el pacto constitucional de 1978. Esto le ha permitido gobernar, pero haciendo unas concesiones políticas difícilmente digeribles para el grueso de los votantes.

Ahora ha llegado el momento de pagar la cuenta. Las encuestas están mostrando una muy cerrada elección donde el Partido Popular tiene una posibilidad importante de lograr un resultado suficiente para hacer gobierno, inclusive sin el apoyo de Vox, un partido de derecha surgido como reacción a los excesos del sanchismo y de la izquierda radical.

La buena noticia para España es que el bipartidismo moderado -con el PP y el Psoe sin Sánchez- sobre el cual se construyó la transición y que tan bien le ha servido al país durante las últimas décadas parece sostenerse. Pero, gane quien gane quedarán varias lecciones.

La primera es que las cesiones al extremismo progre por parte de las agrupaciones tradicionales así sean de centro izquierda, tiene consecuencias. La clase media -aquella que el presidente Petro insulta clasificándola como “arribista”- quiere políticas sociales, pero no está dispuesta a soportar el regreso del estatismo ni del socialismo mal camuflado.

La segunda es que la mayoría de las personas sienten repugnancia por los pactos políticos con terroristas o criminales. Los pactos de Sánchez con Bildu -etarras con otro nombre- o con los radicales catalanes, para lograr unas mínimas mayorías parlamentarias, no es aceptable.

La tercera es que la gente común y corriente no está de acuerdo con buena parte del wokismo importado de las universidades gringas donde se cuestionan las más básicas relaciones sociales, se relativiza la biología y se pretende rescribir la historia. La guerra cultural que los woke han lanzado, tumbando estatuas, censurando libros, cancelando autores e imponiendo valores que no reflejan el sentimiento de las sociedades, se les está devolviendo en la cara.

Los parlamentarios del Pacto Histórico que por estos días están de “intercambio cultural” en España -antes le decían turismo parlamentario- harían bien en analizar lo que está ocurriendo en vez de celebrar en Twitter e Instagram sus nuevas amistades progre españolas. La gente que les ha votado en el pasado, tanto en la península como en Latinoamérica, no les ha endosado un cheque en blanco para ser cobrado en cualquier momento por cualquier valor.

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