Analistas 06/11/2024

Paul y yo

Como lo han anotado algunos comentaristas en X nuestro presidente es el Quinto Beatle, el integrante perdido de la legendaria banda musical. Así nos lo informó él mismo en un emocionado trino emitido después del reciente concierto de McCartney en Bogotá.

Fue una nota sentimental, casi nostálgica. De revolucionario a revolucionario. “Quizá Paul y yo ahora nos separemos de las grandes aglomeraciones de jóvenes, quizás no, pero valió la pena, el riesgo, la revolución y el amor”, dijo Petro. No es la primera vez que el Presidente se atribuye un lugar privilegiado en el transcurrir de la historia.

Es, más bien, una forma de construir su identidad: haciéndose partícipe imaginario de hechos del pasado. Al igual que Zelig, el personaje de la comedia homónima de Woody Allen que padece una inseguridad extrema que lo lleva a camuflarse entre las personas, adaptando su apariencia para poder ser aceptado.

Petro es heredero, según lo ha recordado en variadas ocasiones, de la lucha de José María Melo, el general rebelde que dio un golpe y después fue depuesto “por esclavistas conservadores y los liberales librecambistas”. Pero también de Bolívar, cuya espada custodia a nombre del “pueblo”.

Y de “Rafael Uribe Uribe, de Alfonso López Pumarejo, de Jorge Eliécer Gaitán, de Galán, de Álvaro Gómez Hurtado, de Bateman, de Jaramillo y de Pizarro”, como lo dijo en otro trino de hace algunos años.

No se sorprendan si en el futuro mediato Petro nos recuerda de sus gestas al lado de Martí en la liberación del Cuba, o de las noches que pasó con Mariátegui discutiendo la simbiosis entre Marx y Tupac Amaru. Fue él quien aconsejó a Perón el 17 de octubre y le sugirió a Fidel el desembarco del Granma en Las Coloradas.

No pudo acompañar al Che en Bolivia porque estaba ocupado editando la obra que Gabo escribía en México sobre la familia Buendía; si lo hubiera hecho la suerte del guerrillero hubiera sido otra. Estuvo con Allende el 11 de septiembre y, aleccionado con la experiencia, le pidió a Bateman que fundaran el M-19. Vislumbró la caída del Muro de Berlín y supo que la paz era necesaria. Redactó la constitución del 91 pero esta fue traicionada por el neoliberalismo.

Liberó a Colombia de la amenaza paramilitar y ahora se prepara para salvar al mundo del calentamiento global y del capitalismo. Expandir el virus de la vida por las estrellas del firmamento será su próxima misión.

La tragedia de Petro es que sus distorsionadas expectativas de sí mismo nunca se cumplirán. Tuvo una juventud mediocre. Llegó a la presidencia por una chiripa electoral. Su gobierno ha sido corrupto y destructivo. Cuenta con una cuarta parte de los votantes, pero no de muchos más.

Terminará el mandato y no elegirá a un sucesor. Los escándalos bochornosos vendrán después.

La manera de afrontar la realidad de su legado es darle rienda suelta al delirio mientras le echa la culpa a los demás. Con esto amortigua la decepción propia y le manufactura a sus seguidores una fábula. “No me dejaron” siempre es más útil para justificar el fracaso que decir “es que no pude porque soy un incapaz”.

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The Beatles - Gustavo Petro