Zelenski y los aviones de combate
Ucrania poseía una ejército débil, que solo se modernizo hasta 2014. Esto dio incentivos para que Rusia lanzara una operación de captura de su territorio.
La realidad geopolítica actual indica que Colombia debe fortalecer su defensa nacional para poseer una disuasión creíble, la cual tiene tres elementos. El primero es la adquisición de una flota de combate aéreo, que sirva para tener control de este espacio. Segundo, que los aviones estén operativos y a la vista de las naciones que conforman América Latina. Tercero, demostrar la intención de emplearlos, en caso de existir algún tipo de agresión.
La flota de combate actual compuesta por Kfir-C.10, es obsoleta para las necesidades de seguridad del país. Además, Venezuela es un país hostil hacia Colombia, con un régimen con ambiciones extraterritoriales, tal como reposa en documentos y declaraciones oficiales. El régimen de Nicolás Maduro posee cazas de combate SU-30MK2 de fabricación rusa, que tienen la capacidad para afectar la estructura industrial, energética y militar del país.
Por lo tanto, Colombia no posee una disuasión creíble, y podría verse abocado a una crisis de seguridad nacional; sino toma medidas para balancear la situación. Incluso, varios grupos armados ilegales colombianos, que se refugian y reciben apoyo del gobierno venezolano, tienen incentivos para atentar contra la población, porque perciben las debilidades del material estratégico, que poseen las Fuerzas Militares de Colombia.
No obstante, el debate político se ha interpuesto, para actualizar la flota de combate. En épocas del presidente Santos, no se tomó la decisión, a pesar de que la tasa de cambio rondaba entre los $2.300 a $2.700. Esto, porque el gobierno temía que una compra de material bélico llevaría a las Farc a levantarse de la mesa de diálogo. Cuando lo que hubiera sucedido, es todo lo contrario, esa compra habría dado una señal de fortaleza, que habría permitido diseñar compromisos más favorables para las víctimas y el Estado.
Posteriormente, la pandemia de covid-19 y las protestas de abril de 2021, llevaron nuevamente a aplazar la decisión, porque políticamente era inviable, dado la crispación social que atravesaba el país.
Ahora, en época electoral, ningún candidato habla de la política de seguridad nacional. Sin embargo, la geopolítica evidencia como un país puede atacar a otro, sin mediar una justa causa, tal como lo hace la Federación Rusa, que preside Vladimir Putin, que por cierto es un aliado incondicional del gobierno de Venezuela.
Las amenazas contra Colombia son evidentes, en el pasado bombarderos estratégicos de Rusia penetraron el espacio aéreo colombiano. De materializarse esta situación, implicaría la destrucción de una parte de la estructura crítica nacional, que haría retroceder en décadas la política social y económica del país. Así, que los costos de no evitar una agresión militar son superiores a dejar al país con aeronaves precarias, para controlar el espacio aéreo, disuadir gobiernos hostiles, y combatir el crimen organizado.
El rostro de angustia del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, clamando al mundo que le envíen armas para defender a su país, nos recuerda lo que pasa cuando un Estado no logra una disuasión creíble.