Analistas 13/08/2019

Acusaciones imaginarias

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes

No siempre la inspiración llega al opinador, ni la sensatez a sus expresiones. La carrera por hacerse visible, importante, en un gremio altamente competitivo en el cual el que más destapa es el que más figura, hace que a veces se pierda la sensatez en los juicios que se emiten, que estos dejen de estar respaldados por realidades y terminen reflejando posturas personales.

En esos momentos, en los que la presión del periodista es más alta, es que se necesita estar más atento a no dejarse llevar por ella, a costa de cometer injusticias contra quienes se acusa. Un opinador debe asegurarse de que analiza su escrito desde diferentes puntos de vista y que su postura tiene sentido desde cada uno de ellas.

Existen, sin lugar a duda, opinadores para quienes emitir un juicio aterrizado y sensato no es una prioridad. Opinadores con alma de políticos que descaradamente acogen posiciones tomando partido hasta mancharse, posiciones que buscan un resultado como la destitución de un funcionario, dar mala reputación al gobierno de turno o sencillamente defender una causa que hacen suya. No les importa si su opinión es equilibrada, solo les importa lograr un resultado específico. A estos opinadores la mayoría de la gente informada no les presta mayor atención. Al fin y al cabo, es como si en cada espacio de opinión soltaran un discurso político.

Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo en los opinadores con dejes políticos. María Jimena Duzán, una periodista usualmente sensata y rigurosa, por su trayectoria, su exposición y su experiencia, en una columna publicada recientemente, se fue lanza en ristre contra la ministra de Transporte, por una supuesta negociación que se considero en el marco del Tribunal de Arbitramento por el contrato de la Ruta del Sol II. Lo grave de la denuncia es que basa su exigencia de que la ministra renuncie en que supuestamente tenía la intención de llegar a un acuerdo por una suma muy superior a la finalmente acordada en el mecanismo de resolución de conflictos.

Es difícil entender como la periodista puede juzgar la intención de la ministra, sin más sustento que su opinión. Acabar con el buen nombre de una funcionaria proba como Angela Orozco, cuando el resultado del Tribunal fue altamente beneficioso para la Nación, cuando no hay ni puede haber un juicio sobre la intención de la ministra, solo puede justificarse por la necesidad de figurar, en la intención de dañar o en el mejor de los casos, en una falta de rigor para analizar la actualidad.

Debe tenerse en cuenta que llegar a un escenario de resolución del problemita de Odebrecht, heredado por la ministra, pasa por diferentes etapas en que la estrategia de negociación puede ir cambiando. En ninguna circunstancia, una postura en la etapa de conciliación del tribunal de arbitramento, que además no se llevó a buen puerto, puede generar controversias, dado el resultado de este. Solo le quedaba, entonces, a la periodista, exponer su opinión sobre la intención de la ministra, opinión que además de ser errada no tiene ningún sustento válido.

Posiciones como la de María Jimena en su columna hacen mucho daño. Ojalá que en su sensatez y su profesionalismo corrija, y no vuelva a caer en acusaciones sin fundamento. En el largo plazo, la credibilidad tan necesaria de los líderes de opinión se erosiona cuando se sale en falso.

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