En las dos últimas reuniones ordinarias de la Junta del Banco de la República sus miembros han decidido aumentar las tasas de interés. Lo que ha resultado complejo es hacer calar la idea de que no se trata de un postura monetaria contractiva, una en la que la autoridad monetaria esté tratando de enfriar la economía, sino de un retorno a tasas de velocidad de crucero. No se trata de echarle agua fría a la economía sino de mantenerla en la temperatura tibia apropiada luego de varios años de haber tenido el fogón atizado. La diferencia es sutil pero importante. Nuestra actividad económica se encuentra cercana a los niveles potenciales, aquellos que permiten producir sin temores a que la inflación se encarame por encima del 3% deseado. Así las tasas de interés deben ser coherentes con mantener ese ritmo y las que teníamos y todavía tenemos son demasiado bajas. Debemos, por tanto, esperar que a lo largo del año las tasas de intervención del Banrep se acerquen al 5%.
Mientras tanto, al otro lado del océano, el Banco Central Europeo parece estar en etapa de negación. La inflación de manera lenta pero persistente cae y coquetea con niveles cercanos al 0%, amenazando con entrar en el terreno negativo. Luego de haber logrado estabilizar la debacle fiscal en los países de la periferia, los europeos parecen acercarse a la debacle monetaria. Con sus propias tasas de interés cercanas al límite de cero, el BCE espera que un hada le dé el visto bueno a su entrada a políticas monetarias no convencionales como las que implementó la FED en los últimos años. Sin embargo, el BCE parece paralizado. De dientes para afuera lleva meses anunciando que hará todo lo necesario para evitar la deflación, pero hechos concretos no ha habido. A este paso, se vienen un par de décadas perdidas como las japonesas antes de la llegada de Abe.
Y por el lado de Estados Unidos, los dilemas monetarios pasan por desmontar paulatinamente los estímulos no convencionales que montaron en los últimos años. La economía empieza a regresar a la normalidad y por tanto requiere de una postura coherente con ese estado. La compra masiva de títulos no convencionales no hace parte del arsenal para tiempos normales así que la reducción en sus ritmos de compra y eventualmente la venta de los mismos son las tareas del futuro cercano.
Total tanto Colombia como Estados Unidos han puesto en marcha el camino hacia posturas monetarias de tiempos normales. Estados Unidos lo hace por ahora reduciendo sus compras de activos no convencionales; aún lucen lejanos los tiempos en que ese regreso esté acompañado de aumentos en la tasa de interés. En Colombia el camino luce corto, quizás medio año de aumentos en la tasa de interés. Así, está claro que el camino es mucho más largo para Estados Unidos y eso puede marcar un peso colombiano fuerte por más tiempo. Eso, claro está, en el contexto en que se mantengan en pie el resto de fundamentales macroeconómicos, la anunciada privatización de Isagen y el proceso de paz. Si eso cambia, los temas monetarios serán de segundo orden para el devenir de nuestra tasa de cambio en lo que resta del año. Por ahora, salvo algún sobresalto en la acción de Isagen, el comportamiento reciente de la tasa de cambio y demás indicadores financieros de corto plazo sugieren que el mercado cree que no habrá sopresas en el entorno macroeconómico a dos semanas de las elecciones.
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