La inserción de Colombia en la aldea económica global ha avanzado en muchas dimensiones y se ha estancado en una en particular.
Por el lado de los avances hay muchos indicadores que si bien muestran velocidades dispares apuntan todos en la dirección de un mayor vínculo económico con el resto de mundo. Por ejemplo, el intercambio de bienes y servicios nuestro con el resto del planeta ha venido creciendo durante el último medio siglo. La suma de las importaciones y exportaciones reportada como porcentaje de nuestro PIB no llegaba a 30% en promedio entre 1960 y finales de los años 80. Esa cifra supera 37% durante la última década.
La inversión directa del resto del mundo en Colombia no llegaba a 1% de nuestro PIB hasta finales de los 80. En contraste, durante los últimos 10 años ese indicador llegó a 4%, lo que muestra un salto muy relevante en el interés global por establecer bases de producción y comercialización en territorio colombiano.
Por el lado de los turistas del resto del mundo también hay un crecimiento muy importante. Mientras en 1995 llegaron a Colombia menos de 1,4 millones de turistas del exterior que gastaron cerca de US$900 millones, en 2015 nos visitaron casi tres millones que representaron ingresos al país de más de US$5.000 millones. Eso significa que ese renglón de actividad económica representó el doble que el de las ventas de café colombiano al exterior en 2015.
Por el lado de los activos en moneda extranjera en manos del Banco Central, éstas se han multiplicado por un factor de 15 desde mediados de los 80. Así mismo, el interés de los extranjeros en los títulos de deuda colombianos ha aumentado significativamente: en lo que va corrido de siglo, esas tenencias se han multiplicado por una factor de siete.
La migración de colombianos hacia el exterior tampoco cesa. Según datos de Naciones Unidas en el último cuarto de siglo la población colombiana que reside en el exterior ha crecido en más de un millón y medio de personas. Así mismo, las remesas que llegan al país también se han inflado considerablemente. Las del año pasado casi llegan a US$5.000 millones, tres veces más que las que teníamos a comienzos de este siglo.
Todos estos datos muestran cómo Colombia se ha insertado de manera creciente en múltiples ámbitos de la vida más globalizada de comienzos del siglo XXI. La categoría en la que Colombia permanece absolutamente aislada del resto del planeta es en la presencia de extranjeros residentes en el país. Los datos de Naciones Unidas muestran que en 2015 había en Colombia solo cerca de 130.000 extranjeros. Como porcentaje de la población eso es menos de 0,3%, una cifra aún menor a la que teníamos hace 25 años. Somos el país de Suramérica con menor porcentaje de población extranjera: si en los países de esta región uno de cada 72 habitantes es extranjero, en Colombia hay solo uno por cada 372 habitantes.
Nuestra Cancillería ha hecho en los años recientes una gran labor para lograr que los colombianos podamos visitar el resto del mundo con más facilidad. Su tarea ahora, paradójicamente, debería centrarse en trabajar para que personas del resto del mundo puedan venir a Colombia con más facilidad y se puedan establecer aquí sin tanta traba burocrática, con visas de largo plazo, con menores costos de legalización, sin costos de permanencia, en fin, trabajar en desmontar un sistema que parece armado para disuadir a cualquiera de establecerse en Colombia.