Pasa todo y no reaccionamos en forma equilibrada ante los sesgos de los medios de comunicación, hechos graves, que sin querer no guardan proporción, ni la prioridad que merecen, actos preocupantes para nuestra comunidad.
El gran despliegue que le han dado todos los medios de comunicación a las especies de “pescaditos”, frente a hechos tan graves, a los cuales nos estamos acostumbrando como noticia diaria, como es el caso de los niños de la Guajira que mueren diariamente por desnutrición o los niños que se encuentran a pesar de las muchas promesas en poder de la guerrilla, es un ejemplo de la prioridad equivocada que los medios dan a la información.
Para los pescaditos logramos, además del gran despliegue de la prensa, que la fuerza aérea de la policía estuviera atenta a desplazar los animalitos hacia Santa Marta. Qué tristeza que este medio de transporte no esté a disposición de los niños que mueren por la desnutrición, no solo en el Guajira si no en otras regiones del país.
Nos acostumbramos a que la noticia sobre los niños Wayuu sea el pan de cada día y no vemos medidas oportunas para atajar esta grave situación, en las tomas de televisión vemos con tristeza que las habitaciones donde se recuperan estos cadáveres vivientes, son dignas de rechazo por cualquier sociedad consciente de lo que podríamos definir como viviendas dignas.
Una sociedad con estos esquemas de prioridad en la información, con la apatía hacia la grave situación que están viviendo nuestros niños, la poca o ninguna atención a las viviendas de la Guajira, viviendas indignas para cualquier ciudadano del mundo merecen nuestra seria reflexión de exigir a las autoridades encargadas que tomen medidas pertinentes para dar techo digno a unos ciudadanos colombianos que han sido atropellados en todos sus derechos de tiempo atrás.
Además del caso de los pecesitos, recordemos que los niños de las ciudades están expuestos a grandes riesgos cuando sus padres tienen que trabajar durante los periodos de vacaciones que son muy largos y que exponen a nuestra población infantil a graves y delicados riesgos. A veces uno se podría preguntar qué pasó con la policía infantil y por qué ahora algunos recursos de la policía son dedicados a atender la vida de los pecesitos y hacen caso omiso a la seguridad de nuestros niños en los periodos de vacaciones que, en muchos casos, son sometidos a permanecer en sus casas encerrados y sin el cuidado de los mayores.
Reflexionemos sobre esta situación y nuevamente llamemos la atención a las autoridades y a la sociedad en general, para que los recursos del estado sean utilizados adecuadamente y que así los niños colombianos tengan la protección que la ley y la Constitución supuestamente les deben garantizar.