Hoy más que nunca el país debe unirse frente a las crisis que nos está agobiando. La situación con Venezuela es preocupante por las medidas desquiciadas del señor Nicolás Maduro, quien viene atropellando de manera absurda a los colombianos residentes en Venezuela, que de tiempo atrás han contribuido al desarrollo económico y social de ese país. El atropello de que son víctimas niños, madres y la población en general de colombianos no tiene antecedentes en nuestra historia.
Destruir las casas que con mucho esfuerzo han construido, sacar a los niños en las horas de la madrugada, sin posibilidades de vestirlos o darles alimentación y madres que son separadas de sus hijos, todo esto sumado a los padres que ven esos atropellos por parte de la Guardia Nacional, es algo que reclama nuestra solidaridad y apoyo en estos momentos.
Sumada a la crisis de Venezuela no podemos negar que estamos atravesando una compleja situación económica y social, la cual reclama la atención de quienes están al mando o quienes tienen la responsabilidad de tomar las medidas pertinentes. Basta recordar que hace pocos días, el Ministro de Salud no pudo hacer la presentación de su Proyecto de Ley tan importante y urgente para toda nuestra población, no solo para las personas de la tercera edad sino para todos, ante la ausencia del poder legislativo donde solamente permanecieron en su recinto nueve miembros.
El problema de las cárceles, hacinamientos inhumanos donde conviven inocentes y culpables en condiciones de salud preocupantes y en permanente chantaje por parte de sus compañeros de celda y de los guardianes, es algo que no puede continuar y le corresponde a la justicia proponer medidas agresivas y urgentes para que no sigamos convirtiendo las cárceles en las aulas de formación de los criminales de nuestra patria.
El tema de la educación, a pesar de los grandes esfuerzos de la señora Ministra, requiere la colaboración de la ciudadanía en general y lejos de achacar la culpa de la calidad y del nocivo ambiente de los establecimientos a los directivos y personal docente, es hora de que tomemos conciencia de que es una responsabilidad de todos.
No menos importante es el tema de la corrupción al interior de todas nuestras instituciones. Se sabe que muchos de los proyectos adelantados tienen unos sobrecostos que rondan entre el 30% y el 50% debido a las coimas que hay que pagar a funcionarios e intermediarios que hacen que nuestros escasos recursos se vean mermados en forma permanente, para poder cumplir con los actores involucrados en todos los proyectos como es el caso de la dotación alimenticia diaria, de los atropellos en la entrega de los fármacos y qué decir de las obras públicas construidas sin las debidas garantías y con unos retardos que superan el 100% de la programación.
El control de la droga, nuestro gran enemigo, que ha venido desplazando a los campesinos de vocación agricultor, que ha penetrado las clases altas de la sociedad y posteriormente ha penetrado en todos los estratos sociales hasta convertir a los niños en los distribuidores de este nocivo elemento, requiere acciones que desestimulen su producción. Hay que parar de alguna manera esta situación, ya que el mundo hasta ahora ha guardado silencio frente a los grandes esfuerzos que ha realizado Colombia por parar esta ilícita actividad que tiene carcomido no solo a nuestro país sino a la comunidad internacional.
No podemos permitir el atropello a que son sometidos nuestros niños en forma permanente por las minas quiebrapatas, que son colocadas en los patios de recreo de las escuelas y no podemos permitir que las personas de la tercera edad no tengan la dignidad que les corresponde y la atención que se merecen después de haber contribuido al desarrollo del país.