Analistas 13/10/2020

Atrapadas en doble pandemia

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Si bien es cierto que en la lucha por la igualdad de género se han conquistado importantes espacios en el rol de la mujer en la familia y en la sociedad, y su relevancia en el desarrollo económico, fuimos incapaces de advertir que una situación tan adversa como la del covid-19 tuviera un impacto tan fuerte en el desequilibrio entre hombres y mujeres y se haya desencadenado una doble pandemia para nosotras.

En lo que concierne a Colombia, el más reciente informe de desempleo del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) revela que entre junio y agosto el desempleo en las mujeres se ubicó en 24,2%, lo que representa un incremento de 10,8 puntos porcentuales con respecto al mismo periodo de 2019. El de los hombres fue 15,3%.

Según Fedesarrollo, 62% de las mujeres en edad de trabajar participan en el mercado laboral, ocho puntos por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), mientras la participación de los hombres es de 85%, por encima del promedio en ese organismo que fomenta las buenas prácticas.

Durante el primer trimestre de 2020, 66,6% de los hombres estaba ocupado, mientras solamente 44,3% de las mujeres lo estaba. Durante el segundo semestre del año la ocupación de las mujeres pasó a ser de 32,8% lo que equivale a una caída de 11,5 puntos.

Analistas prevén una generación entera de mujeres marginadas, con pérdidas de sus puestos de trabajo, menores ingresos y ascensos no concretados. Un triste panorama.

El informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) señala que, a diferencia de otras crisis, el empleo femenino corre un mayor riesgo, particularmente por el impacto de la recesión en el sector de servicios. Las mujeres constituyen una gran parte de los trabajadores que están frente a sectores de cuidado y de asistencia social, por ejemplo.

En Colombia 90% de los empleados de los servicios domésticos son mujeres que en buen número perdieron su trabajo debido a las restricciones sanitarias y a los temores de las empresas o familias a las que les colaboraban. Y si a esto se suma que de acuerdo a Corewoman 2020 alrededor de 70% de las empleadas domésticas son jefes de hogar, estamos ante una doble pandemia para el género.

Agreguémosle a ello la desproporcionada carga de trabajo y horas no remuneradas en tareas del hogar. Antes dedicaban 4,1 horas (frente a 1,7 horas de los varones) para limpiar, cuidar los hijos, hacer compras o cocinar. Durante la pandemia se calcula un aumento de tres horas diarias a la jornada, lo cual deja en evidencia el retroceso en materia de complementariedad.

Ese panorama hace imperativo una reacción multidisciplinaria de la sociedad y sus instituciones, aunado a un esfuerzo que transversalice las acciones y conlleve a un elevado nivel de conciencia, a una militancia política y una participación ciudadana activa. Necesitamos políticas públicas y compromiso del sector privado que contribuyan a una mejor educación, una capacitación más pertinente y nuevos espacios que promuevan la complementariedad de género.

Toda crisis supone una oportunidad y esta no debe ser la excepción, el momento obliga a retomar, reformar y hacer seguimiento a la protección y prevención de las mujeres y a destinar recursos que acorten la brecha entre géneros o, de lo contrario, corremos el riesgo de quedemos atrapados en una doble pandemia difícil de superar.

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