Colegios amigos del turismo
Fue muy grato para mí encontrar a cuatro alumnos egresados de Colegios Amigos del Turismo en un aula de la Universidad Externado de Colombia donde imparto una cátedra sobre legislación y políticas públicas en el sector. Son cuatro jóvenes becados que, al igual que otros 182, tuvieron la extraordinaria oportunidad de continuar sus estudios con la ayuda del Estado en el ámbito de un programa que creamos desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Esta iniciativa ha logrado una red de 235 establecimientos, 233.000 estudiantes y 950 docentes para fomentar habilidades para el desarrollo turístico como respuesta a los desafíos que plantea esta industria hacia el futuro, un buen punto de partida para afianzar el interés en los niños y jóvenes y, evitar que suceda lo de otras industrias, como la de textiles y la cafetera, donde los sucesores perdieron el entusiasmo.
El Programa Colegios Amigos del Turismo se inspiró en la necesidad de generar un sentido de pertenencia en las regiones, una cultura de servicios y emprendimiento, como una herramienta para aportar a la competitividad de los destinos, con una visión integral de desarrollo social y económico, volcado a la urgencia de incorporar a las comunidades en actividades que contribuyeran a un crecimiento sostenido y sostenible en cualquier lugar del territorio nacional.
Es el momento de sensibilizar a los niños sobre lo que es el turismo, para que descubran sus entornos y reconozcan las oportunidades, para que se queden en sus regiones, las promuevan, emprendan y generen empleo. Hay que apostarle al futuro.
Eso necesita de una articulación, institucionalidad y capacitación técnica. Colombia está en una fase primaria en la evolución de su turismo y, como todo comienzo, requiere de continuo esfuerzo en el desarrollo de infraestructura, de fuerza laboral especializada, de alianzas que permitan incidir en la comunidad, fortalecer las potencialidades turísticas y contribuir en la prosperidad regional.
Los colegios del turismo, que ya empezaron a rodar y están dando sus primeros frutos, necesitan de un engranaje que los lleve, por un lado a obtener universitarios como hoy se está haciendo con los becarios, pero también técnicos en oficios que aporten más a las necesidades del turismo: además de gastronomía y hotelería, se necesita aprender sobre el buen servicio, se requieren expertos bilingües, guías especializados (como de avistamiento, por ejemplo), especialistas en transporte, en atención al cliente, emprendedores y creadores de nuevos productos.
En ese sentido complace ver que en el borrador del Plan Sectorial de Turismo 2018 - 2022 presentado por el Gobierno se hace énfasis para fortalecer el programa con el Sena, aumentar las becas y la inmersión en bilingüismo para profesores. Pero es importante que se incorpore capacitación en servicio, en conocimiento de geografía nacional y local, de la flora y fauna, del patrimonio cultural, de las posibilidades de productos, para evitar situaciones como la de tener bilingües sin contenido ni vocación.
Al plan, por supuesto, le falta institucionalidad para articular los diferentes esfuerzos, manejar la creciente incorporación de establecimientos y garantizar su éxito a mediano plazo, pero le sobran méritos, con enormes posibilidades en las que podemos trabajar todos los involucrados en el sector para hacerlo fuerte y determinante.