Dejemos gobernar
En los últimos quince años la calidad de vida de los colombianos mejoró de manera significativa. Los niveles de pobreza se redujeron y se fortaleció la clase media. Según el Dane, la calificación promedio obtenida en el total nacional para la satisfacción con la vida en general fue de 8,26 sobre 10 en 2018. En el último siglo, generación tras generación se logró mayor bienestar y mejores oportunidades.
Pero vaya usted y haga un sondeo en la calle y pregunte cómo va el país y todo cambia. El grado de inconformidad no se justifica con la realidad, pero algo deben influir los líderes de opinión, los políticos del vaso medio vacío e, incluso, los medios de comunicación que priorizan las malas noticias para responder a la lógica perversa de los lectores, radioescuchas o televidentes.
Y a todo esto hay que sumar las falsas noticias, las verdades a medias, la oposición malintencionada, la imposibilidad de ser objetivos frente a los hechos, al margen de ideologías, odios y envidias que impiden valorar las buenas iniciativas sin importar el bando.
Todos los sectores tenemos el deber de respaldar la institucionalidad, apoyar en la construcción de país, destacar lo que se hace bien y no enfrascarse en lo que no se hace, sin que ello signifique silencio o ausencia de crítica constructiva. La crítica inspirada en intereses políticos y personales destruye, no contribuye a la implementación de acuerdos y afecta la construcción de la paz.
En el segundo año de la administración Duque hay que respaldar la propuesta de la ley anticorrupción, la implementación de beneficios de inversión para zonas afectadas por el conflicto, estar atentos al desarrollo de la anunciada ley de turismo. En materia de lucha contra el narcotráfico, se divisa un buen camino y sería mejor si se logra establecer una estrategia que permita complementar la aspersión en lugares de difícil acceso y sin población con procesos manuales para reducir los cultivos ilícitos.
Hay que destacar las cosas buenas, como la Ley de TIC, la continuidad en la reducción de trámites para aumentar competitividad empresarial, la gestión de diplomacia sanitaria para que más productos agrícolas tengan acceso al mercado de Estados Unidos, por ejemplo.
En términos económicos es claro el compromiso del Gobierno con el crecimiento sostenido, el desarrollo sustentable, el fortalecimiento regional, así como la urgencia de mejorar la productividad, la innovación, la competitividad y la formalidad. Hay que continuar apoyando al Gobierno en cada uno de estos temas que favorecen a todos y sobre todo lograr generar una estabilidad jurídica y trabajo conjunto entre el Legislativo y Ejecutivo que logre generar leyes y regulaciones que estimulen el crecimiento del país.
Requerimos un plan de productividad para el capital y para el talento humano, más equidad, mejor distribución del ingreso y de la tierra. Y si hay algo que Colombia debe preservar en adelante es la excelente compenetración de acción y dialogo público-privado.
Si queremos que una economía subsista tenemos que expandir sus horizontes. La internacionalización es una herramienta que permite crecer. Dejemos los falsos negativos y unamos esfuerzos para defender lo que se ha construido, proponer nuevas acciones para mejorar la capacidad de nuestra Nación, fortalecer las instituciones y defender el bien mayor: Colombia y su futuro.