Del freno a la aceleración
Pese a que los últimos tres años la administración pública ha estado enfocada en desmontar logros alcanzados y estructuras construidas, con cambios sin consensos, hoy Colombia tiene la posibilidad de recuperar confianza y aprovechar el auge de la relocalización global, para lo cual debe impulsar con determinación y rapidez su incorporación a los mercados mundiales y subirse a la nueva ola de la internacionalización.
Cuando ya comenzábamos a disfrutar de una inversión constante y creciente -producto de importantes avances en la política de seguridad que generaron esperanza y mostraron que Colombia puede emerger de su pasado como Estado fallido- hoy nos enfrentamos a la amenaza de perder aceleradamente oportunidades críticas de relocalización, especialmente desde Estados Unidos, debido al cambio abrupto de políticas públicas que desviaron el foco del desarrollo hacia la polarización ideológica.
Colombia hoy es más que un mensaje, es una apuesta concreta, y así lo subrayó el senador estadounidense Bernie Moreno en Bogotá: “si Colombia estuviera en la bolsa, lo compraría y recomendaría ese ticket, porque las oportunidades que se ven son muy positivas. Hoy está barato y se va a capitalizar rápidamente”. Este respaldo refuerza que, si actuamos con decisión, el país puede recuperar el impulso perdido.
La inversión no es solo cuestión de montos. Asegurar, mediante la inversión, los cimientos para un crecimiento sólido y sostenible en el mediano y largo plazo es la forma más segura de garantizar estabilidad económica y bienestar para los colombianos. Mientras el consumo responde al corto plazo, la inversión provee las bases estructurales necesarias -tecnología, empleo formal, encadenamientos productivos y acceso a mercados- que sostienen un crecimiento constante y resiliente.
Hoy, con la aceleración del friendshoring y nearshoring, impulsados por políticas como las de la administración Trump, los inversionistas buscan destinos seguros, eficientes, competitivos y cercanos. Colombia cuenta con ventajas estratégicas instaladas en sectores como automotor y autopartes, alimentos y bebidas, energía, componentes electrónicos, maquinaria y equipos, metales, productos de consumo y dispositivos médicos, además del capital humano y logístico consolidado.
De acuerdo con la Cepal, la IED regional ha cambiado de foco: los sectores de energías renovables y tecnologías intensivas, que hasta hace poco lideraban las prioridades de inversión, han perdido un poco de dinamismo, cediendo terreno a hidrocarburos, minerales críticos y manufacturas.
Para Colombia, esto representa una doble oportunidad: en el corto plazo, aprovechar manufacturas -autopartes, ligeras, dispositivos médicos, bienes eléctricos y alimentos procesados- y el sector de hidrocarburos, con capacidades instaladas y mercado listo, pero que requiere ajustes regulatorios. Y, a mediano plazo, planificar el desarrollo de minerales críticos (97% del territorio sin explorar), energías renovables y servicios globales de alto valor, que demandan capital humano especializado, incentivos y marcos claros para atraer inversión.
Hoy Colombia es un “ticket en oferta” con prospectiva de recuperación rápida y el desafío central es actuar desde ya, con regionalización, estrategia y unidad.