Devolverle la seguridad al país
La inseguridad azota a los colombianos. En Bogotá asaltos a mano armada a plena luz del día, ataques con explosivos en las regiones, amenazas de paro y secuestros incluyendo menores. Urge acción de Gobierno para contener esta oleada de inseguridad y dar tranquilidad a los colombianos, garantizar que el país funcione y que el diálogo con la delincuencia no premie la impunidad.
Unos de los datos más preocupantes en las estadísticas de la Policía Nacional es que los secuestros entre enero y mayo aumentaron 166,7% respecto al mismo periodo del año anterior, los casos de extorsión crecieron 30,5%, con la particularidad de que la extorsión en carreteras tuvo un repunte de 260% y el hurto a personas creció 10,5%.
De acuerdo con la Federación Colombiana de Transportadores de Carga por Carretera (Colfecar), en ese mismo periodo se contabilizan alrededor de 300 bloqueos viales, tres veces más que en todo 2022. Y si tenemos en cuenta que la carga del país transita en un 98% por vía terrestre, el impacto en la economía es alto y afecta la vida de todos los colombianos.
Hay países más pobres y más desiguales con menos violencia, luego es un problema complejo que tendrá muchas explicaciones, pero una importante es la evidente ausencia del estado en muchas partes del territorio nacional que obliga al ejercicio individual de las personas a defenderse y abre el espacio para que la delincuencia actúe a sus anchas.
Como mencionó Carlos Lemos Simmonds hace 30 años: “hay que devolverle la seguridad al país reestableciendo el principio de autoridad. Aquí hay demasiados poderes y muy poca autoridad. Hay que devolverle la autoridad al Estado. Aquí tenemos la pésima costumbre de cambiar las leyes cada vez que hay un problema, en lugar de hacerlas cumplir; hay que aplicar la mano fuerte, la que conduce el gobierno por los caminos institucionales, sin miedo de hacer cumplir la ley.”
“Son muchos los males y al país le tomará mucho tiempo sanarlos. El problema grave fue que aquí comenzamos a negociar con los delincuentes. Acomodamos la ley, en lugar de aplicarla. Fuimos excesivamente tolerantes”, subrayó Lemos entonces y vale la pena repetirlo hoy.
Pareciera que la historia se repite una y otra vez, y no se logra entender que solo con autoridad y mano fuerte lograremos llegar a la paz que tanto queremos. Hoy existe nuevamente mucha expectativa sobre cómo evolucionará la posibilidad de un acuerdo con actores como el ELN o con las disidencias de las Farc, donde independiente de las negociaciones, el estado debe mantener su autoridad, cumplir con la ley y no afectar a los ciudadanos que siempre las han cumplido. Más allá de eso, el anuncio de un cese al fuego en el proceso de diálogo con el ELN abre nuevamente una oportunidad que esperamos que se sepa aprovechar para poner fin a los ataques. Los colombianos estamos agotados de tanta violencia.
Al mismo tiempo, es necesario que las fuerzas militares actúen con la contundencia necesaria frente a cualquier incumplimiento y frente a las organizaciones que han desatendido el llamado al diálogo de paz, las cuales con acciones violentas pretenden socavar la seguridad en varias regiones de nuestro país. Es importante que en este proceso haya seriedad, avances concretos y verificables.
Los colombianos no aguantarían una burla más al anhelo de la paz.