Analistas 15/01/2024

El espejo de Ecuador

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Para los colombianos lo que sucede en Ecuador puede parecer ajeno y distante, pero en realidad hace parte de un encadenamiento transnacional que nos afecta de manera directa y que nos obliga a hacer una retrospección de los sucesos y una introspección de nuestro pasado reciente. Termina siendo un espejo de lo vivido y como dice la frase que ya se convirtió en adagio popular: quien no conoce su historia está condenado a repetirla.

Nosotros sabemos lo que significa el poder corrupto del narcotráfico y tener un Estado contra las cuerdas. Y también sabemos que solo fortaleciendo la seguridad democrática y cohesionando a la sociedad se puede enfrentar a la delincuencia. Necesitamos unas fuerzas armadas fortalecidas, bien entrenadas, con “cero tolerancia” con las bandas criminales, llámense como se llamen, porque hoy no existe diferencia entre las pandillas de matones y las cuadrillas de alzados en armas que aspiran a la llamada Paz Total.

Las transnacionales del narcotráfico se mueven con mucha agilidad y se enquistan con rapidez. Tras la persecución en Colombia se expandió el tráfico y la violencia en México, se abrieron nuevas rutas por Venezuela y Brasil y poco a poco se fueron permeando las fronteras ecuatorianas, hasta el punto de que Ecuador ha llegado al podio de los países más violentos de la región, junto a Colombia y Venezuela. Son micro mundos que se nutren de la pobreza y pudren los cimientos de la política, la justicia e incluso los valores de la sociedad.

En Colombia crece la inseguridad sin que se vislumbre una mano fuerte para evitarla y aunque hay una visible calma en las ciudades en cuanto a tomas armadas, bombas o terrorismo, el país está invadido de organizaciones con perfiles más bajos, pero con alcances mayores, sin que estemos exentos de que cualquier día se manifieste de nuevo en toda la Nación la perversa influencia de ese flagelo.

Según el Instituto Nacional de Medicina Legal, los homicidios aumentaron cerca de un 5,2% entre enero y noviembre de 2023 (12.682 registros). Y, de acuerdo con el último reporte del Ministerio de Defensa, con cifras consolidadas a septiembre, los secuestros crecieron 83% y los hurtos 16%.

Las regiones, y en particular las zonas más vulnerables, reclaman más atención del Estado porque la deficiente educación, el precario acceso a los servicios públicos, así como la ausencia de oportunidades para los jóvenes y las mujeres, está formando un nuevo caldo de cultivo que no desaprovecharán las bandas criminales.

Las fronteras son especialmente vulnerables y ello exige un trabajo coordinado con los vecinos, independiente de las ideologías de sus gobernantes. No tenemos un solo pedazo limítrofe que esté exento a graves problemas de inseguridad, ilegalidad y violencia. Por Venezuela circulan los reductos de la insurgencia, los pasos sin control y el comercio informal; por la Amazonía que compartimos con Brasil y Perú no hay ley ni orden, y por el Tapón del Darién, que nos separa de Panamá, crece la fila india de migrantes que encuentran pesadillas en su búsqueda del sueño americano.

Colombia debe confrontar el delito con determinación y liderar una alianza americana contra la delincuencia organizada, ponderando las ilusiones de una paz con delincuentes que no quieren dejar de serlo. Y dejar de lado las diferencias políticas porque el crimen no tiene fronteras ni ideologías.

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