IA, desinformación y democracia
La inteligencia artificial (AI) está para quedarse con su poder exponencial de transformar positivamente muchos aspectos de la sociedad, lo que nos obliga abordar de manera proactiva los desafíos éticos, de privacidad y de empleo que conlleva su implementación.
Se requieren políticas bien estructuradas que no limiten su desarrollo e innovación, un marco a la vez rigoroso y flexible ajustado a una tecnología que es polivalente y con la premisa fundamental de defender la democracia contra la desinformación.
Indispensable convertir el enorme poder de las herramientas digitales en instrumentos para la formación y el progreso, reforzando los principios, fortaleciendo los valores éticos, el buen ejemplo y la justicia social, con mecanismos complementarios que protejan a la sociedad de la manipulación y la polarización ideológica.
La IA permite impulsar el crecimiento económico, sobre todo el de las microempresas, que corresponden a 92% del tejido empresarial en Colombia, porque permite la posibilidad de aumentar sus eficiencias en múltiples sectores como manufactura, logística y servicios, puede automatizar tareas repetitivas, optimizar procesos y analizar grandes cantidades de datos para tomar decisiones bien informadas.
También mejorar la calidad de vida mediante aplicaciones en salud, educación y entretenimiento, fomenta la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías y contribuye a reducir la inseguridad, la prevención del crimen, así como la gestión de desastres naturales mediante análisis predictivos.
Del otro lado tenemos que preparar los mecanismos de defensa contra la desinformación, proteger el buen nombre de las empresas, prevenir la manipulación a los consumidores, la extorsión cibernética, la estabilidad de los mercados; tener las herramientas para reaccionar con rapidez ante los ataques malintencionados, neutralizar a tiempo las amenazas al sistema, a la polarización política, a la credibilidad institucional y la confianza inversionista.
Estamos presenciando una voraz capacidad de los algoritmos de las redes sociales que entran sin permiso al jardín de los usuarios, refuerzan sus creencias previas y las llevan a extremos. Y si han mostrado su eficiencia hasta ahora, cómo será con la nueva capacidad que ofrece la AI de sobreponer realidades distintas sobre imágenes reales con asombrosa perfección, o suplantar voces, esparciendo desinformación con impunidad y con pocas posibilidades de detenerlo.
Los riesgos son tan grandes como las oportunidades, por eso tenemos que aprender sobre el uso correcto de las herramientas, conocer las fuentes confiables desde la educación básica, inculcando valores y principios.
Hoy el mundo tiene el reto de hacer frente a la desinformación y eso obliga a los países a tener un enfoque diligente y colaborativo para aprovechar sus beneficios y mitigar juntos sus impactos negativos, construir un futuro donde la verdad y la transparencia prevalezcan.
Juntos, podemos hacerle frente a este desafío, proteger los valores fundamentales de nuestra sociedad y para ello tenemos que velar por el buen uso de la herramienta, ser veedores activos de su mal uso y ejercer la sanción publica a quienes lo distorsionan.
Todos debemos contribuir para que prevalezca por la información correcta, real, que construya país y genere un beneficio para todos. Crear valor público, construir una nación sólida es un imperativo para todos.