No más diálogo “unidireccional”
Colombia necesita más reconciliación y menos división, más debate y menos polarización, fortalecer la democracia con argumentos y asumir responsabilidad institucional, tanto desde los estamentos políticos como sociales y empresariales, de tal forma que cada uno asuma su rol con determinación e interés genuino, con espacios de concertación, con apertura para escuchar, para llegar a puntos de encuentro que faciliten la articulación de los cambios que se requieren y dejar los diálogos unidireccionales.
Cansa repetir y repetir sobre la urgencia del diálogo, se ha dicho tanto que suena a una palabra sin efecto, vacía, sobre todo porque la comunicación interinstitucional que hoy mantenemos sobre los temas esenciales de la vida colombiana es tan estéril y egocéntrico que ni siquiera los sinónimos de diálogo logran algún efecto.
Tenemos una lista innumerable de pendientes, retos y desafíos que nos exige un esfuerzo adicional y una actitud especial para resolver uno a uno los asuntos sistemáticos que afectan el desarrollo del país, como la pobreza, la corrupción, la informalidad, el empleo, el contrabando, la evasión; y los coyunturales, como la inflación, la inversión, el comercio, el turismo, la inestabilidad cambiaria.
Hoy tenemos “diálogo”, pero cada uno de los interlocutores está enfrascado en sus ideas y convicciones, escucha poco sobre las propuestas de los demás, un diálogo de una sola vía que poco ayudan al consenso.
Invocar el “deseo del pueblo” como argumento de lo que se tiene que hacer o se debe hacer es tan etéreo como equívoco, porque en nuestra sociedad existe una enorme diversidad de posiciones políticas y de opiniones sobre las formas de hacerlo que difícilmente alguien puede arrogarse ese argumento. Los colombianos necesitan salud oportuna y la tienen -aunque deba mejorar en su cobertura y manejo-; precisan vivienda propia, acceso a la educación, trabajo y cultura, más vías y mejores oportunidades. Necesitamos progreso para todos.
Los cambios en Colombia requieren concertación en democracia, que es la capacidad de negociar y lograr puntos de encuentro, porque la prosperidad pasa por la unidad y la nación necesita más reconciliación y menos división. Urgen transformaciones para mejorar las condiciones sociales, políticas y económicas, lo cual implica un proceso de negociación y acuerdo entre las partes involucradas para alcanzar el beneficio común y no el de unos pocos.
La concertación es una forma de construir consenso y de garantizar que las decisiones tomadas sean más representativas y legítimas, ya que involucran la participación de múltiples actores y se basan en la negociación. Además, fomenta la inclusión y la diversidad de ideas, lo que puede enriquecer y fortalecer los procesos de cambio.
El empleo puede servir de vector para la concertación. Para ello las reformas deben estar orientadas hacia la mejora del ámbito productivo, que necesita más incentivos y menos presiones; necesita una formación pertinente para que la demanda y la oferta laboral estén más sincronizadas; que haya flexibilidad laboral para reducir la informalidad.
El país necesita que comience un dialogo real de doble vía, que nos escuchemos y argumentemos, que cundan y predominen las razones, que predomine el bien común y deje de existir el dialogo unidireccional.