Nueva oportunidad hemisférica
El próximo 3 de noviembre, en Washington, se reunirán los países miembros de la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica, convocados por el propio presidente Biden dentro de sus esfuerzos por acercar e integrar a sus socios latinoamericanos. El llamado a que seamos pragmáticos y busquemos resultados visibles en lugar de quedarnos en la retórica improductiva y la crítica destructiva.
Que no vuelva a pasar lo que sucedió en la última reunión de gobernantes en Los Ángeles, boicoteada por México y criticada por otros gobiernos porque Cuba no fue invitada. En ese sentido los africanos han mostrado más congruencia: casi 50 líderes de ese continente se reunieron en diciembre con Biden, también en Los Ángeles, y pese a que no se invitaron a seis dictaduras africanas eso no impidió que los líderes africanos sacaran el mayor provecho de la cumbre. Paralelo a ello, la Unión Africana logró vincularse como miembro permanente del G-20 -que reúne a las mayores economías del mundo-, lo cual deja rezagados a los latinoamericanos, independiente de que Brasil y Argentina pertenezcan a ese club.
Desde la frustrada propuesta de crear un Área de Libre Comercio de las Américas (Alca), hace casi tres décadas, se mantiene la convicción de una integración hemisférica, pero los esfuerzos se desvanecen por la falta de pragmatismo y exceso de ideología. Estamos frente a la oportunidad de ser realmente prácticos y pensar más en el bienestar de los pueblos al margen de las simpatías políticas.
Ahora bajo la sombrilla de la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica, que integran países con los que Estados Unidos tiene acuerdos comerciales, se propone fomentar la competitividad regional, la resiliencia, la prosperidad compartida, el desarrollo inclusivo y la inversión sostenible.
Son temas generales dentro de los que caben muchos otros y es un escenario propicio para avanzar también en los asuntos bilaterales, darle continuidad a la reunión de abril pasado de Petro y Biden en la que se comprometieron con la transición energética, la descarbonización de las economías y promover las energías alternativas como base para una economía inclusive y equitativa.
Las posibilidades de acción son innumerables, pero para aprovecharlas se requiere actitud constructiva. América Latina tiene mucho de lo que el mundo necesita: materias primas estratégicas, fuentes de energía renovables y trabajadores calificados. Algunos analistas consideran que existe un nuevo optimismo (especialmente en Brasil y México) y en sectores como energía, agronegocios y “nearshoring”, entre otros, que pueden ser buenos referentes. La inversión extranjera directa en Latinoamérica se disparó 55% en 2022 a US$224.000 millones, mientras la IED a nivel mundial se redujo 12%. También México superó a China en julio para convertirse en el principal socio comercial de EE.UU. por primera vez en 20 años.
Tenemos la ventaja de estar suficientemente lejos de los conflictos y cerca de los mercados, por lo que es desaconsejable involucrarse en polémicas bélicas de otras regiones, más bien busquemos llamar la atención de aquellos que nos observan con interés estratégico e inversionista, tanto desde Europa, como desde China, Rusia y otros países. De momento debemos ir con el propósito de cumplir con el deber nacional de aprovechar la cumbre hemisférica de Washington.