Analistas 19/02/2024

Que la democracia no se deteriore

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Uruguay y Costa Rica son los únicos países de América Latina con una democracia plena, según el último índice de democracia que publica todos los años The Economist. Colombia, por su parte, bajó dos puntos en el último índice, pero se mantiene en una posición intermedia -de 55 entre 167 calificados, con 6,55 puntos sobre 10-, siendo sus mayores falencias su cultura política (3,75), el funcionamiento del gobierno (6,07) y la participación política (6,11).

Los resultados comprenden 60 indicadores agrupados en cinco diferentes categorías e incluyen también el proceso electoral y pluralismo y las libertades civiles, en las que Colombia obtiene 9,17 y 7,65, respectivamente, aunque el hecho de tener un puntaje tan bajo en cultura política y ser considerado uno de los diez países más peligrosos del mundo, según la Armada Conflict Location & Event Data Project, implica que nuestra democracia es más propensa a deteriorarse.

Este debilitamiento del apego popular a la democracia y a las instituciones es un reflejo de la división que afecta a la nación, donde en vez de restaurarse la confianza y trabajarse por los asuntos que más importan al electorado, vemos extremos avivando el fuego de la discordia, sin propósitos que unan a la sociedad o propicien el diálogo y la convivencia.

Vamos como ruedas sueltas, extraviados en la incertidumbre, con cada cual defendiendo sus propios intereses y de esa manera no vamos a salir de la mediocridad democrática ni vamos a crear las condiciones de prosperidad que permitan a nuestros ciudadanos mejorar su calidad de vida, ni a llevar salud, educación, vivienda, ni acceso a las oportunidades a millones y millones de colombianos que continúan en la marginalidad.

Para que Colombia llegue a ser calificada como una democracia plena requiere una nueva forma de hacer política, con mayor honestidad, transparencia y responsabilidad, puesta al servicio de los intereses de todos los ciudadanos, donde exista una real participación de las minorías, en la que se promueva la representación de las mujeres dentro de un proceso de empoderamiento que además garantice el disfrute de sus derechos.

Debemos comprender la importancia de salvaguardar la democracia y sus instituciones, contribuir proactivamente con acciones individuales y colectivas, evitar las enredaderas tendenciosas que se tienden en Tiktok, Instagram, Facebook o X, evitar naufragar en el mar de noticias falsas, revisar y cuestionar antes de reenviar.

Tenemos que aprender a hablar de política por fuera de las redes sociales, analizar las coyunturas, deliberar sin pasiones sobre los diversos puntos de vista, poner en perspectiva el beneficio de lo público en nuestra comunidad a través de la reflexión conjunta, con respeto a las diferentes visiones e intereses distintos.

Al ser la democracia un conjunto de instituciones es importante conocerlas, apoyarlas y defenderlas. Estas instituciones van más allá del Estado, incluye a toda la sociedad, a las empresas, la academia, los sindicatos, los gremios, los medios de comunicación y sus periodistas.

Y, sobre todo, tenemos que aprender que un bien público es de todos y no como suele ocurrir aquí que pareciera que no es de nadie. Solo así podremos dejar a las nuevas generaciones el legado de la democracia plena para que no se repitan los errores y orientar a nuestros jóvenes para que entiendan su valor.

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