Que no quede en carreta
Durante el “Festival de las ideas” convocado por el Grupo Prisa el pasado 14 de septiembre para generar una conversación sobre los temas relevantes del país, uno de los asuntos más mencionados fue el “acuerdo nacional” propuesto el 19 de junio de 2021 por el presidente elegido Gustavo Petro, y cada vez que salía a flote lo que quedaba claro es que no hay nada claro, con el riesgo de que termine en carreta, como se dice coloquialmente.
Participaron de las jornadas líderes del sector privado, los presidentes de las cortes, el ministro de Interior, senadores de los diferentes partidos y otros altos funcionarios de la administración púbica, con la sensación final de que el anhelado acuerdo no ha dejado de ser una intención inactiva sin rumbo.
Sabemos sobre qué asuntos y en cuáles términos debe darse el acuerdo nacional, pero no se da el primer paso; surgen bastantes y buenas ideas sin que se logre avanzar, porque falta de lo que se necesita, se necesita poner la primera piedra de voluntad, desprenderse de los sombreros de las ideologías y que el Gobierno ponga a andar lo prometido, actúe, construya sobre lo construido y estimule la confianza.
El acuerdo nacional debe estar por encima de la agenda de Gobierno y ser una cuestión de Estado. Desde el Gobierno debe evitarse alimentar las discrepancias, por el contrario, hay que contribuir al buen entendimiento, porque el acuerdo nacional no debe quedarse en la “Paz total”, deben eliminarse los prejuicios, estimular la tolerancia y escuchar (no apenas oír) para llegar al menos a un punto de partida.
Hay que hablar menos y concretar más, considerando que, si bien existen distintas perspectivas y que es difícil sustraerse de las convicciones e intereses corporativos, si no se avanza al final terminará siendo pura carreta.
¿Por qué es importante un acuerdo? Porque debemos todos trabajar en darle viabilidad al país y reducir las brechas sociales, porque es indispensable desestimular la polarización y estimular la productividad, porque estamos en un contexto de desaceleración económica, de inseguridad en todo el país y porque ayudará a que las reformas en marcha tengan mayor alcance y sean incluyentes.
Requiere que todos trabajemos para empujar el barco en la misma dirección porque Colombia vive uno de los momentos más definitivos en su historia reciente, porque ni las medidas coyunturales, ni los subsidios a diestra y siniestra, ni las reformas inconsultas, ni desprestigiar la red empresarial que sustenta la economía del país resuelven los problemas estructurales, en cambio sí profundizan las divisiones de clase, los odios peligrosos y la desconfianza innecesaria.
Tenemos que acabar con la falta de continuidad en los grandes propósitos nacionales de largo plazo, es hora de construir entre todos un acuerdo nacional que perdure y tenga cimientos que lo sustenten para siempre.
Para un diálogo hay que involucrar las capacidades técnicas, que haya representatividad real de todos los estamentos y de todos los intereses, no es apenas buena voluntad, no es la simple recolección de ideas aquí y allí para cumplir con el expediente.
Más pragmatismo y menos ideología. Para dar un paso habrá que dejar que los tecnócratas hagan su labor, ponderen las posibilidades, acerquen las diferencias, midan la honestidad en los propósitos y la sensatez de las demandas y, sobre todo, hay que dar el primer paso para que no se quede en carreta.