Deberes, derechos y comunicadores
Suelo mantenerme enterada y a la vez intento tomar distancia prudente en busca de aportar sin sesgar. Con relación a la necesidad de que todos comprendamos amplia y suficientemente el principio de la historia que se trata de construir a partir de la potencial firma del acuerdo de paz, la pasión por lo que hago se suma a mi condición de colombiana y entonces me enfrento ya no solo a la responsabilidad, sino también a la obligación, de poner lo que he aprendido al servicio -en este caso- del conocimiento propio y de otros.
Apartándome, todo lo que a este punto es posible de posiciones y visiones, este escrito pretende tan solo hacer un llamado a mis colegas del país para que nos hagamos responsables de ayudar a que en cada rincón de Colombia, cada habitante, por el medio al que pueda acceder dentro de sus posibilidades y en su propio lenguaje, sea receptor de la información completa y certera sobre lo que escrito quede.
Como profesionales, consultores, estrategas, ante la posibilidad de un plebiscito, no nos podemos dar el lujo de desconocer que será la comunicación el elemento determinante para que, a favor o en contra, votemos y, a favor o en contra, lo hagamos con conciencia y conocimiento de lo que es.
Para nadie es un secreto que pocos votan entendiendo un programa de gobierno. Las personas suelen votar por las personas, por los partidos. Pero en este caso tendría que pasar justo lo contrario: los colombianos debemos votar sobre una carta de navegación al margen de quienes la han liderado, con la complejidad inmensa que puede representar, también al margen del presente y el pasado, y tan solo con el conocimiento y la perspectiva de futuro que demanda un desafío de semejante naturaleza.
A pesar de que las transmisiones televisivas y otros hechos comunicativos de algunos de los hitos que hacen parte del potencial acuerdo han trasladado ideas y conceptos, a partir de su firma todos seremos responsables de informarnos y de buscar la forma de entender. Los profesionales en materia de comunicación, sea cual sea nuestro rol actual tendremos, además, la responsabilidad específica de sumar a la generación de comprensión y socialización de la verdad.
Sin pretensiones más que hacer alguna contribución cada uno desde lo que puede, desde lo que sabe y con un mismo y único texto de guía, invito a volver a los básicos de nuestro oficio usando todos los recursos que tenemos disponibles para hacer la tarea, literalmente, al pie de la letra.
El reto de comunicación nos supone entender el grado de dificultad que implica que esta vez ningún canal llegará a todos, ningún mensaje asegurará el entendimiento, no hay un emisor…será la combinación, la adaptación, la atomización y el rigor en cuanto a la fuente lo que impulsará la maratónica función que se viene.
Como si se tratara de una clase -como decía un jefe mío- para nuestras tías, pongámonos a disposición de la Patria, para que no quede lugar a interpretaciones, para que se cierre todo vacío de información y para que ofrezcamos el derecho de manera que ejerzamos el deber.