Mi hija de cinco años está emocionada con la llegada de la Navidad, y acorde a su inocencia y su ilusión me invitó a escribir mi lista de regalos a Papá Noel. No es fácil, llevo varios días pensando qué pediría yo si supiera que mis deseos se van a volver realidad. Entonces, a pesar de que yo me siento todavía en octubre (no sé a dónde se fue este año), acá va un borrador de lo que se me ha ocurrido:
Sal y pimienta para condimentar la vida todos los días. Quiero vivir la vida poniéndole picante, salero y humor. La vida hay que gozarla, reír a diario, no tomársela tan en serio. La mayoría de las veces una actitud positiva hace que las cosas fluyan y se resuelvan.
Gafas de aumento para ver las oportunidades a tiempo. La vida nos ofrece regalos a diario, no quiero dejarlos pasar, quiero tener visión 20/20 de mi entorno.
Un reloj de arena para estar alerta del paso del tiempo y disfrutar cada momento. Que me ayude a tomar consciencia de que cada momento es irrepetible, no dejarme atropellar por la cotidianidad sin saborearla.
Un telar donde pueda entrelazar emociones, estrategias y experiencias. Poder agregarle textura y color a la vida para hacerla diferente e interesante cada día.
Un caleidoscopio para mirar el mundo a través de diferentes facetas. Descubrir nuevas maneras de hacer las cosas, apreciar matices que antes me eran indiferentes y maravillarme del paisaje que me rodea.
Un baúl muy grande para todos los recuerdos y la sabiduría adquirida este año. Ha sido realmente un año duro, lleno de retos, cuestionamientos y nuevas apuestas. Me ha dejado máximas y ha cambiado el rumbo de mi vida, una coyuntura que no quiero dejar en el olvido.
Cartas de amor de clientas empoderadas. Tengo más clara que nunca mi pasión por facilitar el empoderamiento femenino. He sido testigo de grandes transformaciones que me inflan el corazón, quiero más, muchas más de esas.
Una patineta para sortear lo que viene por delante. Porque el camino nunca es lo que se espera. Necesito agilidad, destreza y capacidad de reacción.
Unos zapatos cómodos para recorrer la vida con garbo y aplomo. Seguridad en mi caminar, no trastabillar ni caer fácilmente.
Un lápiz y una libreta porque soy de las que me gusta escribir y pintar para inspirarme. Darle mi toque a lo que recibo de otros me permite asimilarlo mejor y comprenderlo.
Una campanita que me recuerde de dónde vengo, quien soy y porque hago lo que hago. El pasado me ha traído a donde estoy hoy por un sendero que muchas veces no comprendí y que hoy, con el beneficio del espejo retrovisor, me deslumbra.
Y por último un corazón de peluche bien grande para seguir poniéndole emoción a todo lo que hago. Me gusta vivir intensamente, exponer mi corazón así me haga vulnerable pues me hace también sensible y define finalmente quién soy como emprendedora, como mamá, como esposa, como amiga y como mujer.
Es una lista fantástica, ilusa y hasta cursi, lo sé. Sin embargo, entre más la leo y la releo entiendo que en realidad no necesito a Papá Noel para la mayoría de los regalos en ella inscritos. Esos regalos me los puedo dar yo, si me lo propongo. Como todo en la vida, hay que buscarlos y trabajar por ellos. Y ustedes ¿qué se van a regalar? Felices Fiestas.