En estos días, he acompañado a personas que participan en convocatorias para cargos importantes en la operación. Me han llamado la atención varios aspectos: pruebas sin sentido aparente, preguntas que invaden la intimidad de los aspirantes y cierres de entrevistas llenos de advertencias desmotivadoras como “recuerda que no tienes experiencia” o “compites con candidatos excelentes”. Además, pasan días y meses sin recibir respuesta, ni positiva ni negativa, lo que demuestra una falta de consideración mínima hacia el candidato.
¿Qué nos pasa? Olvidamos que los modales reflejan la consideración hacia los demás. La búsqueda de empleo tiene un impacto muy fuerte en la autoestima, la confianza en el mundo y la percepción de justicia. Cada candidato, al postularse, cree que es el indicado y que lo justo es ser seleccionado, y espera desempeñarse muy bien en el trabajo. Es legítimo que una organización elija a unos y a otros no, pero esto no justifica la falta de respuestas y de reconocimiento del otro como persona.
Recomiendo a las personas encargadas de los procesos de selección trabajar en una vinculación afectiva con los candidatos, ser amables y cuidadosos con el proceso y la respuesta. Consideren los siguientes puntos para hacer la selección más eficiente y generosa:
Revisar las pruebas y no estandarizarlas. Cada cargo y perfil merece una individualización de pruebas. Las organizaciones necesitan personas diferentes, no iguales.
Cuidar a los candidatos durante las pruebas, no dejarlos solos mientras se lee o escribe, ni hacer algo que parezca despreciar el proceso.
Hacer entrevistas sencillas, cortas y amables. Solo preguntar lo que realmente aportará información para tomar decisiones laborales.
Avisar día, hora y medio para la respuesta y cumplirlo. Si la decisión no está tomada, avisar. No someter a una persona a la espera interminable de un mensaje que no llegará.
Dar una respuesta es tener buenos modales, y los buenos modales representan buen trato, cortesía y comportamiento en sociedad. Al desempeñar nuestras tareas, especialmente en los procesos de selección, debemos preguntarnos: ¿Me toca hacer este proceso? ¿Desde que lo/la vi, supe que no servía? ¿Preferiría no tener procesos hoy? ¿Para qué tanto proceso si luego contratan a quien no tiene el perfil?
Las respuestas sinceras a estas preguntas determinarán cómo llevamos a cabo el proceso y si somos amables con las personas, independientemente de si son seleccionadas. Los buenos modales en la selección no se refieren solo a la contratación, sino a cómo el candidato vive la experiencia y el recuerdo que guarda de ella.
Es esencial que quienes gestionan estos procesos comprendan el impacto emocional que generan. La incertidumbre prolongada afecta la autoestima y la percepción de justicia de los candidatos. Cada postulante, al enviar su solicitud, deposita en ella una parte de sus esperanzas y expectativas. Al no recibir respuesta, se siente ignorado y desvalorizado.
No es solo una cuestión de eficiencia, sino de humanidad. Las organizaciones deben recordar que están tratando con personas, no con números. La amabilidad y el respeto en cada etapa del proceso de selección son fundamentales. A pesar de la carga de trabajo y la presión por encontrar al candidato ideal, nunca se debe perder de vista la importancia de tratar a cada aspirante con dignidad y consideración.