Analistas 21/09/2024

Decisiones que nos definen

María José Zuleta González
Profesora Inalde Business School

En el entorno empresarial, la toma de decisiones no solo es una parte fundamental del día a día, sino también un reflejo de los valores y la cultura que prevalecen en las organizaciones. Lo que a veces parece un asunto menor, una simple elección o acción, puede definir el rumbo de nuestras relaciones profesionales y personales, y, en última instancia, la identidad del líder que somos.

Hace unos días, después de publicar en este diario un artículo sobre procesos de selección y la importancia de los buenos modales, recibí 57 mensajes de personas que habían pasado por experiencias similares. En muchos casos, los entrevistadores prometían una llamada de seguimiento que nunca llegaba, dejando a los candidatos en la incertidumbre. Este comportamiento, aunque no necesariamente malintencionado, generaba en quienes lo vivían una sensación de frustración y desconsideración.

Este tipo de actitudes no solo afecta la percepción externa de una organización, sino que también la impacta internamente. El trato que damos a los candidatos refleja los valores con los que operamos y el tipo de liderazgo que ejercemos. No cumplir con lo que se promete, aunque sea un simple “te llamaremos”, es una señal de falta de compromiso y respeto hacia los demás. En un entorno competitivo, esta falta de seguimiento puede tener repercusiones en la reputación de la empresa, en la moral y en el clima laboral.

Este mismo principio puede observarse en otras áreas de la vida diaria, que también hablan de nuestras decisiones como líderes. En los semáforos peatonales, muchas personas cruzan las calles sin esperar la luz verde. Esto incluye a adultos mayores, personas con coches de bebé y ciclistas que arriesgan su seguridad y la de los demás por ganar unos segundos. Este comportamiento, aparentemente insignificante, me lleva a cuestionar cómo y por qué tomamos decisiones que comprometen nuestro bienestar y el de quienes nos rodean.

En las empresas, sucede algo similar cuando no se respetan los acuerdos, procedimientos o políticas internas. Las organizaciones que no respetan las reglas establecidas, ya sea en el trato con empleados, clientes o proveedores, arriesgan su credibilidad y confianza en el mercado. Dejar de lado las normas para lograr un beneficio inmediato puede parecer atractivo a corto plazo, pero puede acarrear consecuencias negativas a largo plazo, tanto en la reputación como en la eficiencia organizacional.

Lo que parece una decisión pequeña, en realidad, define quiénes somos como personas y como líderes. Ya sea al cumplir con una llamada prometida o al respetar los acuerdos tácitos de una sociedad, estamos enviando un mensaje claro sobre nuestros valores. Tomar decisiones basadas en la consideración por los demás, en el respeto por las normas y en la búsqueda de resultados alineados con la integridad es esencial para construir relaciones profesionales y personales duraderas.

En última instancia, nuestras decisiones, por triviales que parezcan, son las que moldean la percepción que otros tienen de nosotros. La integridad, el respeto y la consideración no son solo virtudes personales, sino que deben ser principios rectores en el liderazgo empresarial. Como líderes, debemos preguntarnos constantemente: ¿qué criterio está detrás de cada decisión que tomamos y cómo queremos ser recordados?

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