La bondad en la vida laboral
Cuando procuramos entrenarnos en la dirección de empresas y, con ello, aspiramos a dirigir personas, aprendemos sobre estrategia, contabilidad, operaciones y creemos que aquello que se llama bondad es contrario al éxito visible de nuestra gestión. ¡Qué difícil equilibrar! Nos asaltan preguntas: ¿Cómo ser bueno sin ser inocente e incluso bobalicón?, o ¿si soy bueno se aprovecharán de mí? ¿Cuenta para mi perfil laboral ser bondadoso?
Hablar de bondad y trabajo parecería contradictorio y de hecho hay frases lapidarias de desvirtúan el valor de la bondad porque, desafortunadamente, hay mensajes empresariales que confrontan con la bondad o la simpatía. El diccionario define bondad como genio apacible y, apacible como manso, dulce y agradable. Es natural que a partir de estas definiciones sea difícil hablar de bondad en el entorno laboral.
Para lograrlo, lo primero que debemos hacer es reconocernos como personas que desarrollan una tarea en el campo laboral. Así podemos abordar la bondad como una forma de ser en todos los ámbitos: personal, familiar, social y, por supuesto, en el laboral. Ser bondadoso habla de una manera de ser y de vivir la vida. La bondad no riñe con el foco ni con los resultados y, por el contrario, es compatible con los informes, las personas y la gestión de las habilidades, las duras y las blandas.
Es difícil reconocer la bondad como una manera adecuada de gestionar la vida empresarial y, sin embargo, la gestión adecuada requiere de la bondad, la cual se materializa en las personas, la gente que trabaja por los resultados, aquellos que dan ejemplo de amabilidad, de puntualidad, de cortesía y de comprensión permanentemente.
Todo lo relacionado con la gestión del talento y de los resultados tiene un común denominador en la bondad: la comunicación. La bondad se manifiesta en una comunicación amable, serena, sincera, oportuna; en el liderazgo cercano, efectivo, inspirador, comprensivo; en el trabajo de equipo armónico y efectivo; en las maneras adecuadas y correctas de abordar cada una de las situaciones que se presentan y en la capacidad de encontrar en los resultados un eco de la armonía.
Ser bondadoso no significa abdicar, renunciar o dudar sino acompañar, comprender, gestionar, cuidar, exigir, entregar. La bondad en la vida laboral se sienta en las maneras y se expresa en los resultados. Todos quisiéramos tener jefes llenos de bondad porque es la que nos inspira y nos desafía. Quisiéramos ser compañeros llenos de bondad porque es la que nos acompaña y nos enseña. Quisiéramos ser amigos llenos de bondad porque es la que nos ayuda a estrechar lazos y la que nos cuestiona cuando la realidad así lo exige y, con ello, nos ayuda a ser más justos.
Entonces, no le tema a ser bueno sino a ser temido. No crea que los resultados son enemigos de la bondad; son muy amigos. No se imagine la bondad; llévela a cabo. No se burle de la bondad; tómela en serio. No deje nunca la bondad para otros momentos; aprópiela como una forma de vida. No deje de reconocer la bondad en los otros; reconózcala y admírela. Cuando tenga que sacrificar algo por la bondad, hágalo. Cuando tenga que elegir, elija la bondad. Si la bondad nos rige, la vida fluirá de manera armónica hacia lo que hemos proyectado como lo mejor para nosotros, nuestras empresas y todo nuestro entorno.