Factura electrónica, dardo de legitimidad
En época de reforma a los impuestos, se proponen unas líneas que pretenden ser disruptivas.
En encuesta de abril de 2021 de Cifras y Conceptos llamada “Modulo de la Cultura Tributaria”, con apoyo de la Universidad Javeriana, se nos revela que en promedio el 55%, de los encuestados de una muestra que representa a todo el país, acepta no recibir facturas para que le cobren algo menos, en todo caso por encima del 50% sin importar la región, la ideología, el nivel educativo o la edad.
Claro, los casos más sonados de corrupción como La Ruta del Sol o la Refinería de Cartagena, dificultan el mensaje para el pago de impuestos. Si le incluimos el tema político, el 82% de los ciudadanos no votarían, por quien vote en este momento una reforma tributaria.
No voy a discutir si pagar impuestos es una obligación, pues eso para mí esta descontado, hace parte de los deberes inculcados y así lo hago con mi familia. También creo que, si damos ejemplo desde casa o desde nuestro negocio, somos muchos haciendo las cosas bien, tenemos la legitimidad de exigir a los gobernantes, de votar con convicción y de exigir penas ejemplares a los corruptos.
La corrupción también se realiza a pequeña escala cuando NO pedimos la factura: Un amigo que está comenzando un negocio, que ha invertido todos sus ahorros, concluye que si no cobra el IVA le van a llegar más clientes, más aún cuando mira de reojo y todos sus competidores lo hacen igual.
La corrupción también se da cuando NO pedimos la factura: Compramos un computador y nos peguntan si queremos que nos facturen con o sin IVA
La corrupción también se da cuando NO pedimos la factura: En restaurante, nos piden que paguemos en efectivo, sin la factura.
La corrupción también se da cuando NO pedimos la factura: Tanqueando en una estación de combustible, y nos vamos sin la factura por el afán. ¿Esa venta si la registran?
La corrupción también se da cuando NO pedimos la factura: Pagando en el supermercado, solicitamos en este caso la factura electrónica, hecho seguido nos ponen tantos procedimientos y trabas para su expedición, como formatos, que incluye además fotos de la factura POS y del RUT.
La corrupción también se da cuando NO pedimos la factura: Hacemos una compra por internet y nunca llega nada que compruebe esa transacción.
Como ven, nuestra conciencia está expuesta todo el tiempo a un examen de la razón. ¿Qué pasa si siempre pasamos por la pena de solicitar la factura, y que además sea electrónica? Factura electrónica no es un POS, que es la tirilla que entregan cuando nos tomamos un café o compramos una camisa, me refiero a una factura electrónica que permita enviar la información a la DIAN de la cédula de quien está comprando, el producto que se está vendiendo y los impuestos asociados a la transacción.
Colombia en la reforma propuesta está dando un paso en firme, que ningún país ha dado hasta ahora. Se le está entregando a cada ciudadano consumidor de bienes y servicios, un cartucho de “dardos de legitimidad”, que podrán usar solicitando la factura electrónica. Así, llevar el valor de cada compra como un abono a su cuenta, así descontarlo en su declaración de renta de persona natural.
El bolsillo de todos sentirá el aporte al sistema, sistema que se va a autorregular. 50 millones de colombianos vamos a tener la posibilidad de hacer las cosas bien con solo pedir la factura electrónica, informar nuestra cédula, para así consultar cada vez que lo deseemos, el monto acumulado de nuestras compras bien hechas, llevando el conteo de los “dardos de formalización”. Será nuestra tarea administrar los dardos para usarlos en el mejor momento.
Si es usted quien va a recibir el picotazo del dardo, le quiero contar que la tecnología ya llegó para cumplir el deber de facturar electrónicamente. En un celular con datos, es un hecho que ya se puede poner en las manos de cualquier negocio, la obligación de facturar a quien reciba ahora más de 4 millones doscientos de ingresos mensuales.
Démosle la oportunidad a nuestro país de implementar en todo rincón la factura electrónica, enseñemos a nuestros hijos e inculquemos a nuestro círculo cercano que vale la pena ser formal, nos enaltece el espíritu, pero sobre todo nos brinda herramientas de legitimidad para combatir la corrupción.