2022, sí hay de dónde
Nos asusta 2022. Es un año decisivo. Lo primero es que venimos de la más profunda crisis: se nos juntó una pandemia con protestas destructivas y hasta un huracán.
Situaciones inéditas que han sido capitalizadas por los políticos para manejar a su antojo el discurso y llegar a los electores con mentiras. Con los ánimos tan caldeados el peligro es que los colombianos votemos con las vísceras, con las emociones sobresaltadas del corazón y no con la cabeza. El riesgo es que, en medio de tanta confusión, caigamos fácilmente en manos de la atractiva oferta del populismo.
Pero saquemos cuentas, revisemos el listado y analicemos las caras en el posible tarjetón. Con excepción de unos pocos candidatos, entre los más de 30 que aparecen, hay personas preparadas, sensatas, con discursos realistas y aterrizados, puede que no sea su candidato, pero generaría mucha tranquilidad que en manos de alguno de ellos quedarán las riendas del país.
Lo más valioso es su discurso, que nada se entiende con el populismo, no es pendenciero, no es de alaridos para convocar con radicalismos a la fuerza ciudadana; más bien llama a la unión a trabajar por un mismo objetivo; son moderados, quizá, para el gusto de muchos, aguas tibias. Son discursos sin estigmatizaciones y sin etiquetas.
La llegada al ruedo de Alejandro Gaviria arma un paquete de grandes académicos que sabe calar en el corazón de los jóvenes y el oído de los políticos, porque, seamos realistas, para ser presidente también se necesita maquinaria. Junto a Gaviria está el exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry. Ellos, que vienen de la Universidad de Los Andes, son de los más preparados, tienen doctorados en economía, conocen la vida pública, se mueven en las altas esferas del Estado y hablan en interpretan el lenguaje de los jóvenes.
Están los que fueron alcaldes y tienen mucho que mostrar. Federico Gutiérrez tuvo excelentes resultados en materia de seguridad en Medellín, es un hombre tranquilo, pero con carácter. Enrique Peñalosa es un ejecutor y un gran gerente que brilla por las obras de infraestructura. Y Sergio Fajardo un matemático con sentido de lo público, de buenas formas que puede sentarse a hablar con todos los sectores.
Con el mismo corte están Humberto De La Calle, Juan Manuel Galán y Alejandro Char. Un poco más a la derecha está Óscar Iván Zuluaga, un hombre que se ha preparado para ser presidente, y más a la izquierda permanece Jorge Enrique Robledo, un político consagrado, disciplinado y honesto. Hay otros nombres que, aunque emocionan menos, también ofrecen tranquilidad: Juan Fernando Cristo o Rafael Nieto. Y la lista sigue, hay tantos que no alcanzarían estas líneas para mencionarlos.
Solo uno es el candidato de mi preferencia, pero con cualquiera de los otros creo que Colombia quedaría en buenas manos. Dicho todo esto, viene el gran problema: son tantos candidatos que llegan y representan a sectores tan parecidos que los votos podrían atomizarse para que alguno pase con poca fuerza a segunda vuelta o, peor aún, que ninguno pase. Al costo de muchos egos el tarjetón deberá depurarse.
Lo otro que lamentar es que en la lista haya tan pocas mujeres. Y aunque las hay, tienen opciones reducidas. Pero ese será tema de mi siguiente columna. Así que desde ya los invito a nuestra próxima cita de todos los miércoles.