Así se roban Chocó
Las historias de corrupción, desidia, robos e indiferencia en Chocó se desbordan. Solo es llegar a esa tierra llena de gente con sabor pacífico pero mirada agobiada por tanto olvido y voz atribulada de tantos reclamos, para darse cuenta que la corrupción es la ley. Hace cinco años estuve allí, solo fueron tres días. Tres días sin mayores insumos, solo hablando con la gente, con líderes y con un poquito de olfato periodístico. Los elefantes blancos se me atravesaron en cada esquina: la promesa de un “Megacolegio” se desvanecía en medio de arrumes de ladrillos abandonados que ya estaban cercados por los roedores; también se quedaron a la espera de un moderno centro de salud que serviría para atender la parte sur de la ciudad de Quibdó, pero del que solo quedaba el pilotaje: unas varillas oxidadas que se alzaban hasta cinco metros entre la maleza; el hospital principal saqueado una y otra vez, sin agua potable y con una deuda insubsanable con médicos, enfermeras y personal administrativo; un Puente sin construir y senderos de barro y abismos que se hacen llamar las carreteras que conectan el departamento con el resto del país. Mejor dicho, no hay rincón en Chocó sin una promesa sobre la que se apalanque un nuevo caso de corrupción, ah porque eso sí, para todo hay un convenio, una licitación, una asignación presupuestal y el desembolso del dinero. Lo inexplicable es por qué, si cada caso es tan evidente, incluso para una reportera que hizo un fugaz trabajo, los órganos de control y la justicia no hacen nada, todo se queda en decisiones tibias e inconclusas. Las obras que se salvan tienen decenas de adiciones presupuestales y terminan costando 2, 3 y hasta 4 veces el valor inicialmente presupuestado.
Pero no vengo a hablarles del pasado, hoy tengo otra grave denuncia de corrupción que también me llega desde este departamento del pacífico. En Condoto, la administración distrital firmó un convenio administrativo por $1.038 millones para la disposición y reciclaje de residuos sólidos. Según el estudio técnico se contratarían 40 recicladores a quienes les pagarían $1.300.000 mensuales y acá arrancan las presuntas irregularidades. Aunque en el convenio se establece que la ejecución del contrato es de nueve meses, los 40 recicladores habrían trabajado solo siete, nunca habrían firmado un contrato formal, no tenían EPS ni ARL y por si fuera poco solo les habrían pagado $800.000 es decir, $500.000 menos de lo estipulado en el papel. Y este es el capítulo más inquietante y la razón por la que la corrupción no es circunstancial en Chocó: aseguran que quien habría contactado a las personas vinculadas laboralmente es Gustavo Hincapie Mosquera, quien hoy aspira a la alcaldía de Condoto y al que señalan de ser ficha del actual alcalde. Dicen los recicladores que fue Hincapie, quien incluso les ha pedido portar las camisetas de su campaña política, el que hizo el enlace para emplearlos en ese nuevo proyecto. Y así se cierra el círculo, es el perfecto engranaje con el que la corrupción se perpetúa: un falso favor que se paga con gratitud y votos. Es que muchos de esos trabajadores aún ven en su victimario al benefactor que les consiguió trabajo y sueldo ¡Triste!, la necesidad y las mentiras en Chocó son tales que, aunque los políticos sean miserables, el pueblo agradece.