¡Borrachos de poder!
Lo que va del senador Alex Flórez al alcalde de Calima el Darién y los vergonzosos episodios de políticos colombianos bajo los efectos del alcohol, me hacen preguntarme, ¿qué estaremos pagando los colombianos para merecernos estos “dirigentes”?
Estos incidentes dejan en evidencia la falta de responsabilidad y el abuso de poder de algunos representantes públicos, poniendo en entredicho su idoneidad para ocupar cargos de liderazgo. Es que ser “borrachín”, no es pecado menos un delito, pero, ¿en manos de quien quedamos? Los servidores públicos, son públicos y como tal deben responder por todos sus actos, “todos”, ante los ciudadanos.
Ocupémonos primero del alcalde exhibicionista de Calima el Darién, Martín Alfonso Mejía, quien se convirtió en el protagonista de un vergonzoso episodio que se volvió viral en las redes sociales. En un video que circuló ampliamente, se puede ver al mandatario local en un altísimo estado de embriaguez, bailando sobre una tarima en un bar, mientras se despoja de su ropa hasta quedar casi desnudo. El comportamiento del alcalde fue inaceptable e inapropiado y ha generado toda una ola de críticas y repudio por parte de la comunidad local y del país en general.
Es que no solo se pone en entredicho la integridad moral y el liderazgo del alcalde Mejía; es la muestra de cómo funcionarios que deberían ser ejemplo para sus comunidades se exceden, se exponen y hacen alarde de una vergonzosa forma de actuar. Es inaceptable que un representante público, que adquiere el compromiso de velar por el bienestar de su comunidad, se comporte de manera tan desfachatada, dejando en duda la capacidad para ejercer el cargo que ocupa. Y lo peor de todo, no se trata de un hecho aislado.
El alcalde es el mismo que hace cuatro meses se subió, también borracho, a una tarima, le arrebató el micrófono a un artista y en medio de varias groserías y frases subidas de tono dijo que él era el ladrón y confesó que ese concierto le costó $450 millones. Por cierto el alcalde que debería estar ocupándose de varios asuntos en su municipio, a la hora de entrega de esta columna, todavía no había aparecido, es más ni siquiera la procuraduría lo ha encontrado para notificarle una investigación que abrió en su contra.
Ahora el otro caso, el del senador Alex Flórez, quien en septiembre del año pasado agredió a varios policías en Cartagena mientras se encontraba en estado de embriaguez. Una prueba más de la prepotencia y las carencias de nuestros políticos quienes creen estar por encima de la ley, utilizan su posición para comportarse de manera inaceptable y violenta y son la perfecta puesta en escena del agobiante “usted no sabe quién soy yo”. Y este es el nuevo capítulo, ahora resulta que Flórez hizo lo que hizo porque, según su abogado, estaba afectado emocionalmente tras lo sucedido con los jóvenes en Chochó, Sucre. Estaba tan afectado que tuvo que contratar los servicios de una trabajadora sexual. Si así pasa sus penas, no quiero imaginarme la cuenta semanal con las masacres casi diarias que ocurren en el país.
Estos episodios que generan indignación y reflejan una falta de valores entre quienes ostentan el poder tienen un efecto colateral aún más grave: todo deriva en un impacto negativo en la confianza de la ciudadanía que desgasta aún más las instituciones y el sistema político.