El egocentrismo del paro
50 días de paro le han hecho tanto o más daño al país que la pandemia, que la corrupción e incluso que la violencia. Y no exagero, aunque cada quien ve la realidad que quiere ver, las cifras son incontrovertibles. En comparación con la pandemia el paro resultó ser la estocada final para varios sectores, especialmente el agro. Los bloqueos indiscriminados pusieron en la agenda del día, el desabastecimiento, la quiebra de empresarios del campo y el colapso de la seguridad alimentaria. Hasta el momento se han perdido más de 30 millones de litros de leche, el sector pesquero tiene en riesgo 200.000 empleos, se dejaron de cosechar 4.700 toneladas de aguacate; 720 toneladas de carne se pierden al día y en el sector avícola 120 millones de aves están sin alimento. Si quienes bloquean carreteras le apuestan a quebrar empresas, habrá que decirles que los primeros asfixiados son el eslabón más débil: los campesinos.
Y hay otras cifras que en cualquier país resultarían escandalosas: las de muertes por covid-19. Por cuenta de las aglomeraciones en las protestas, Colombia ya cuenta más de 500 muertos diarios ¡500! eso son seis masacres de Bojayá o 13 atentados al Nogal en un solo día.
También les decía que el paro, que tanto reclama un país justo y equitativo, resultó más catastrófico que la corrupción. Según un informe de 2019 en el que Transparencia Internacional recopiló los casos de corrupción concluyentes, en Colombia se pierden cerca de $18 billones al año. Ahora comparemos: según el Ministerio de Hacienda las pérdidas del paro al día son de $484.000 millones, es decir hoy ya pasamos los $24 billones. Mejor dicho, ya son más las pérdidas de un mes y medio de paro que los de la corrupción en un año; incluso, la cifra es superior a los $23,4 billones que esperaba recaudar la frustrada reforma tributaria.
Por si fuera poco, el paro está acabando con eso que resistió a 50 años de violencia: la confianza inversionista. Se equivocan quienes creen que los problemas terminan con la quiebra de una empresa. De hecho, los dueños de compañías o gerentes de multinacionales se están yendo del país. De seguir así solo que quedará, no les quepa la menor duda, desempleo y miseria.
Y no es como muchos me han escrito por redes sociales: “es que usted vive en una burbuja y no sabe lo que es tenerla difícil”. Esa posición egocéntrica no les permite ver más allá de sus propias limitaciones las historias de esfuerzo y sacrificio del resto de colombianos. No porque alguien tenga una empresa o cuente con algo de capital, porque esté estudiando o tenga un trabajo estable es que le ha tocado fácil. Creen los del paro, que si uno -y me disculpo por personalizar- no comulga con su forma de protestar es porque hace parte de la oligarquía, heredó una fortuna, fue muy de buenas, le regalaron las cosas que no merecía o está donde está por la palanca. Los que no paramos también somos clase trabajadora, que la lucha, se ha hecho a pulso, sorteamos injusticias y quisiéramos más oportunidades. Muy bueno que el Estado nos hubiera regalado cosas, pero no, las hemos ganado con esfuerzo.
Así que señores del paro tienen que ver más allá de sus narices: ni son las víctimas ni pueden victimizarse. Es más, a juzgar por los últimos 50 días ustedes están más cerca de ser los victimarios de esta historia.