Analistas 01/07/2020

El problema somos nosotros

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Nos estamos equivocando. El problema no es de Unidades de Cuidados Intensivos, ni de medidas más estrictas, cuarentenas o confinamientos. El problema somos nosotros y nuestra falta de seriedad para asumir mínimas medidas de autocuidado: lavado de manos, uso de tapabocas y distanciamiento físico. Quizá por lo simple que suenan, dudamos de su eficacia. Nunca antes lo que nos habían pedido era tan sencillo y nunca antes habíamos fallado tanto. El coronavirus es la prueba más grande de cultura y conciencia ciudadana y nos estamos rajando.

Podríamos traer cientos de miles de ventiladores, tener el dinero suficiente para darle una renta básica a los desempleados, cerrar comercios, carreteras y hasta fronteras, pero nada de eso serviría si nuestro talento como humanos lo desperdiciamos buscando cómo infringir las restricciones. Ya ni siquiera se trata de gente que sale a trabajar en la informalidad para sobrevivir; se trata de inconscientes que hacen fiestas clandestinas y cobran por ingresar, personas que quieren desafiar la enfermedad y de paso llevarse a quién sabe cuántos por delante.

Llevamos tantos años luchando por nuestras libertades y hoy, cuándo se presenta el momento para demostrar que las sabemos administrar, lo único que vamos consiguiendo es arruinarlo todo. Aun peor, en vez de hacer un autoexamen, atinamos simplemente a echarle la culpa al Gobierno. No contentos con eso, exigimos más restricciones. Incluso escuchamos decir a los más dogmáticos liberales, los mismos que antes reclamaban una mínima intervención del Estado, que hay que establecer cuarentenas, toques de queda y cierres totales, decisiones que no son más que una restricción a nuestros derechos y libertades, todo porque nuestra conciencia ciudadana no dio la talla.

Si seguimos así podemos acercarnos a las más terribles predicciones. En el decreto 417 con el que el Gobierno declara la primera emergencia social, se establece que 3.989.000 colombianos podrían enfermarse de coronavirus. De esos, 550.000 serían pacientes severos, que requerirían una UCI. Esa era la estadística si no se tomaba ninguna medida. Pero nadie contaba en ese entonces que la medida más importante iba a ser de cultura y convivencia.

Porque señores, téngalo claro, no hay unidades de cuidados intensivos que alcancen para tanto irresponsable. No hay presupuesto que dé para comprar medio millón de ventiladores, ni fábrica que pueda producirlos en tan corto tiempo.

Y encerrarnos tampoco es una opción. Acá no se trata solo de las aterradoras cifras macroeconómicas o de magnates que estén en aprietos, se trata de los costos humanos, los empleos que se pierden, las personas que pasan hambre, a quienes desalojan porque no tienen con qué pagar un arriendo o los niños que se quedan sin clase porque no alcanza para la pensión. ¿Por qué limitamos las respuestas y pensamos que se trata de salvar vidas, aunque nos cueste la economía? Yo creo que se pueden hacer ambas, salvar vidas y mantener a flote el sistema productivo.

Pero todo está en nuestras manos, es una responsabilidad individual con carga colectiva. Nos toca poner en pausa la vida social para sacar adelante la vida de una sociedad. No sigamos siendo el problema, seamos parte de la solución, solo se necesita conciencia, responsabilidad y disciplina.

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