El que tocó
Hace apenas dos semanas estaba reivindicando el voto a conciencia. Una decisión responsable que no atendiera a audiencias calculadoras, sino a nuestras propias convicciones. Un voto que ayudara a construir cultura política a largo plazo y no de descarte, inconsciente, ligero e insensato.
Fue un llamado romántico que no caló en un país que se alimenta de la polarización y el odio y en el que nos mueve más la ansiedad de no ver a cierto candidato como presidente que la voluntad de tener al nuestro como ganador. Así se mueven los polos: para unos no importa quien llegue al poder, sino quien nunca debe tenerlo.
Entonces, ya en este momento, convocar al voto consciente es más que risible. Nos estrellamos con una realidad donde los políticos, que de alguna manera inciden en el electorado, terminaron donde les tocó, guiados más por el cálculo que por la coherencia. Solo es ver los tableros de posibles alianzas que llenaron algunos de ellos en el programa Candidatos en la Redacción. El exministro Alejandro Gaviria, quien en ese momento llegaba a completar la baraja de la Centro Esperanza, dijo que nunca haría alianzas con los extremos, representados en ese momento, según él, por María Fernanda Cabal y Gustavo Petro. Sin embargo, Gaviria llegó al Pacto Histórico y ya tiene cargo y tarea: articular una propuesta económica. Y ojo porque aunque Petro moderó su discurso y tono, las propuestas son las mismas. Es decir aunque nada cambió, Gaviria sí cambió de opinión.
Pero ese “voltiarepismo” es por lado y lado. Federico Gutiérrez, quien siempre enfiló baterías contra Gustavo Petro, también aseguró que jamás haría alianzas con Rodolfo Hernández, sacó a flote el proceso por corrupción que enfrenta el candidato e incluso dijo que no era de fiar porque una cosa decía en privado y otra en público; pero apenas confirmó los resultados que lo dieron como perdedor, Fico no encontró opción distinta a anunciar su voto por el mismo que lo trató de gavillero, tramposo y mentiroso. En esa misma lista queda apuntado el excandidato Enrique Gómez, quien también descalificó a Hernández y al final decidió apoyarlo.
Así quedó la movida política para segunda vuelta: más que dinámica, incoherente, conveniente, utilitaria y desmemoriada. El 19 de junio muchos guardarán sus principios y apelarán al voto útil, votarán por “el menos peor”. Vean, casi todos los votos que obtenga Hernández por encima de los seis millones del 29 de mayo serán del puro y básico antipetrismo; vendrán del uribismo, del centro desilusionado o de una izquierda que no se sintoniza con Petro, pero serán votos desapasionados y por descarte. Los votos que sume Petro serán por el desencanto que genere Hernández más el antiuribismo que, aunque desgastado, le sigue dando renta.
Y sí, es desatinado tratar de buscar congruencia en las decisiones políticas pero no hay nada mas que esperar: implantaron el discurso del miedo o la incertidumbre y el loco o el peligroso.
Yo he sido defensora del voto consciente pero es que en segunda ya no da. El voto en blanco no suma nada ni tiene efecto jurídico, es igual a no votar. Así que es hora de hacer cálculos, ya que no podemos apostarle al país que queríamos en cuatro años, apuntémosle al mal menor: a que en cuatro años este no sea el país que odiemos o incluso que quede país para reconstruir.