El tal cese el fuego
Desde el 1 de enero en el país se habla de un cese bilateral del fuego con varios grupos al margen de la ley entre los que se encuentran el Clan del Golfo y las Disidencias de las Farc. El Gobierno apuntó a que esto significaría un alivio en materia de orden público y reducción en los índices de violencia. Sin embargo a lo que hemos asistido es a todo lo contrario: en el mejor de los casos la sensación de inseguridad ha permanecido; en otros la violencia, los asesinatos, las masacres y los atentados se dispararon. En eso se tradujo ese cese el fuego que fue concebido bajo un gigantesco error: muy a pesar de las voces de alerta, nunca se establecieron protocolos claros ni mecanismos acreditados de verificación.
Y entonces los colombianos se preguntan, ¿cuál es ese tal cese el fuego y de hostilidades? Efectivamente, todo sirvió únicamente para que la Fuerza Pública bajara la guardia y casi que aplicara la política de los brazos caídos, no porque quiera o sea su voluntad, sino porque la misma ley se los determina.
El cese el fuego fue aprovechado por los grupos al margen de la ley para fortalecerse y profundizar los cimientos de sus economías criminales ¿Nos sorprende? ¿Qué más se podía esperar de bandas que son eminentemente narcotraficantes? Demuestran una vez más que su único interés es y será proteger las rutas de distribución y comercialización de drogas ilícitas.
Los hechos frente al Clan del Golfo son tozudos: ellos están detrás del paro minero que ha sembrado de miedo el Bajo Cauca Antioqueño. Por más que lo nieguen, las autoridades tienen evidencias de que son los responsables del confinamiento de 250.000 personas, del desabastecimiento de medicamentos, de la inasistencia a clases de más de 10.000 niños, de las agresiones a la Fuerza Pública, de la quema de buses, del bloqueo de vías y del ataque a misiones médicas. Se llenó la copa, aunque una copa muy profunda, y finalmente el Gobierno decidió retomar las operaciones ofensivas contra los que ahora denomina “Autodefensas Gaitanistas”.
Pero atérrense, no es el Clan del Golfo el grupo criminal que más violaciones al fuego ha registrado durante estos tres meses y medio, son las disidencias de las Farc contra las que todavía está vigente un decreto que tiene de manos cruzadas a Ejército y Policía. Según el más reciente informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, en total se han reportado casi 60 eventos de violación de cese el fuego: las Disidencias son las responsables de 47 y el Clan del Golfo de 12 (acá aún no se cuenta el paro minero).
Sí, aunque hoy nadie puede ignorar la difícil situación de orden público que originó el Clan del Golfo en el bajo Cauca y el Nordeste antioqueño, la realidad es que las disidencias de las Farc son las principales responsables de la violencia en el país. Como lo dice el gobernador del Meta, Juan Guillermo Zuluaga, sin la presión de las Fuerzas Militares ellos andan sin Dios ni ley y a sus anchas. Y esas, son las mismas disidencias con las que el Gobierno Nacional ya abrió una nueva mesa de diálogo y frente a las que solicitó la suspensión de 19 órdenes de capturas ¿No será hora de replantear también suspender ese cese el fuego? Ante los hechos de paz voluntad, pero ante la violencia autoridad.