“Están asustados”
miércoles, 12 de junio de 2024
Maritza Aristizábal Quintero
“Están asustados”, dijo el Presidente en uno de esos discursos elocuentes frente a la tribuna que nunca le falla, no importa si son afirmaciones profundas y a veces indescifrables, o frases simples, efectistas y vacías; la respuesta siempre será la esperada: un “emocionante” aplauso, tan largo y alto como para satisfacer su propio nivel de autovalidación y aprobación. “Están asustados”, y millones asentamos mentalmente. Esa frase es una de las mejores interpretaciones de lo que sienten hoy los colombianos ¡Estamos asustados!
El miedo que solo traduce incertidumbre. Estamos asustados con las campanas que suenan a una Asamblea Constituyente, asustados con el lenguaje pugnaz que solo aviva choques institucionales, asustados con la guerra en el Cauca que rebobina nuestra memoria 20 años atrás, asustados con esta forma de gobernar que no tiene interlocución ni autocrítica.
Estamos asustados con el humor cambiante y las decisiones caprichosas. Un día, lleno de ímpetu revolucionario, lanzando grandes proclamas desde el balcón presidencial; y al siguiente, silencio y ausencia total, cancelación de agendas y desplantes a mandatarios locales, ciudadanos o sus propios ministros. Estamos asustados con el “no me quiero reelegir, pero no niego esa posibilidad”.
Estamos asustados con la paradoja de un presidente que es más fácil de encontrar y leer en su cuenta de Twitter que en sus apariciones públicas. Desde allí, sus redes sociales, como un dictador digital, lanza ataques verbales, posiciona cuentas ficticias y alimenta narrativas de odio y división. Pasa horas con los dedos golpeando frenéticamente las teclas, mientras el país real se desmorona a su alrededor.
En su mundo virtual, el que le crea el algoritmo, es incapaz de soportar el mínimo escrutinio. En lugar de reflexionar sobre sus errores, los barre bajo la alfombra de la negación. Cada crítica la convierte en un ataque personal y cada error en una conspiración ajena. Los empresarios, los medios de comunicación y la oposición serán siempre la justificación perfecta para lo que no funciona en Colombia. Mientras tanto, el país se polariza bajo el peso de una retórica belicosa.
Estamos asustados, porque la esperanza de un cambio verdadero fue reemplazada por el temor de un liderazgo impredecible y fiero.
O quizá, Presidente, ¿el asustado sea usted?, quizá en la soledad de su despacho, esté enfrentando una verdad incómoda: aunque por años lo anhelo y trabajo por eso, hoy no está preparado para liderar el país. Quizá, en los silencios de la noche, cuando los murmullos y las adulaciones se desvanecen, solo queda el eco de sus propias dudas enfrentadas a un temor inconfesable. Quizá, si es que todavía hay espacio a la autocrítica, sus días se llenen de angustia, sabiendo que por ese camino no habrá legado y que su imprevisibilidad y su agresión no son signos de poder, sino de inseguridad. Quizá, aunque fuerte, decidido, caprichoso y arbitrario en la lectura superficial, en el fondo lo que realmente hay es un hombre perdido en su propio miedo a no trascender.
Pero, Presidente, todavía está a mitad de camino, aun puede reencauzar para que ese sueño con estatuas y discursos conmemorativos, no termine en un capítulo oscuro con una simple nota al pie. Recuerde el poder es fugaz y olvidable.
Sí, estamos asustados, incluido usted, señor Presidente.