La empatía con la guerra
Insisto, en esto de “la Paz Total” se requiere más empatía con las víctimas, menos generosidad con los victimarios, más autoridad en el territorio y menos ingenuidad en la negociación. Eso decía hace apenas una semana en esta misma columna y al día siguiente el Comisionado de paz Danilo Rueda calificaba como un gesto de responsabilidad y un avance el hecho de que el ELN reconociera el tenebroso atentado en Catatumbo en el que murieron tres personas. Y ahora, ¿tendremos que darles las gracias? Mejor dicho, lo estamos haciendo al revés: empatía con los victimarios y desprecio con las víctimas.
Así las cosas, gracias ELN por el secuestro del soldado Dayan Pote en Putumayo. Gracias por el secuestro de cinco pescadores en el Magdalena Medio. Gracias por el asesinato del comandante del Tarra en Norte de Santander ¿Y qué podremos decir de los recientes “patrullajes” en Tutoró, Cauca?, es que quizá en este lenguaje benevolente eso es simplemente una muestra de control, cooperación y protección a la población civil. ¡No, por favor! Esa narrativa está dejando muy poco espacio a una negociación seria, es casi como llegar a la mesa de diálogo con una actitud de súplica y condescendencia, y no, cómo debería ser, bajo la presión de la Fuerza Pública, la contundencia del Estado y la autoridad.
Aún más difícil de entender es lo qué pasa con las disidencias de la Farc. Ellos desde su comando central, reconocen, en un cínico comunicado, que sí asesinaron a los niños indígenas que un mes atrás reclutaron; bajo esta dialéctica, ¿qué les respondemos? ¿Qué gracias por reconocer el reclutamiento y el asesinato de los niños, o mejor el ajusticiamiento como ellos mismos lo describen en esos párrafos escritos a sangre y fuego?
A estas alturas no se entiende cómo se mantiene el cese el fuego en otros departamentos del país. En Santander de Quilichao, Santander el ELN dejó explosivos en pleno parque municipal ¿Cómo se mantiene el cese en Santander, si en el municipio del Playón aparecen vayas y panfletos intimidatorios? ¿O en el Magdalena Medio donde amenazan a profesores y comunidad educativa? ¿Cómo se sigue en un cese bilateral en César, si en Río de oro aparecen grafitis el frente 41 que tienen aterrorizados a los pobladores? ¿Por qué se mantiene el cese el fuego en Antioquia donde llegan hasta las escuelas, adoctrinan niños y en el peor de los casos los reclutan? ¿Por qué se mantiene el cese el fuego en Valle del cauca donde las mismas autoridades han denunciado que tienen cercado Jamundí?, casi un secuestro colectivo para garantizar la cadena de producción de cultivos ilícitos ¿Y en Arauca?, allí hace apenas unos días encontraron un cilindro de gas al lado de la bandera del ELN como una clara amenaza a la población de la zona. En Córdoba, en Puerto Libertador, Montelíbano, San José de Uré y Tierralta, líderes sociales denuncian amenazas. En Nariño secuestran soldados, montan fábricas clandestinas de municiones y explosivos y mantienen el control de las rutas del narcotráfico con la salida al pacifico.
A este paso lo de menos son las amenazas contra partidos políticos y candidatos en el Guaviare, Caquetá, Putumayo y Meta, allí por lo menos sin cese el fuego las autoridades, esperamos, tendrán una actitud ofensiva. Parafraseando a otro expresidente nos preguntamos: ¿de qué cese me hablas viejo?