Prensa, ¿libre?
Es descarado, cínico, sistemático y prácticamente se institucionalizó el ataque a la libertad de prensa por parte de los funcionarios. Ellos, que cuentan con amplias tribunas, mueven las masas en redes sociales, activan las bodegas del desprestigio y bien saben alimentar el odio irracional de la gente, ya ni se sonrojan cuando lanzan una acusación que más se parece a una amenaza contra un medio o un periodista. No miden sus palabras y, lo peor, no hay nadie que se las mida porque corrió rápido el insulto y el desprestigio, se posicionaron las agresiones a la prensa y ya no hay Flip que valga y menos eso de la solidaridad del gremio.
De la Flip hay que decir que es muy triste el papel que juega por cuenta de su ideologización. Ellos que no están para ser árbitro, ni tener un rol neutral, porque su esencia es precisamente actuar como protectores de los periodistas, cayeron en el sesgo y defienden a conveniencia algunos para callar, oportunistas, por otros. La llamada solidaridad del gremio también se esfumó entre el ego de varios “líderes de opinión” que a costa de su propia reputación no han dudado en menoscabar la de los colegas.
Todos esos factores le abrieron espacio a la era de pos-verdad que es manejada, ahora, por influencers a sueldo, ¡válgame Dios! Personajes a los que contratan para decir lo que dicen, aunque sean mentiras irresponsables, y quienes al mismo tiempo señalan de “prepago” a quienes tratamos de informar con rigurosidad y honestidad.
Colgados de esa pos-verdad congresistas, ministros y en general dirigentes políticos atinan todos los días a lanzar puyas a los medios de comunicación; entraron en la guerra de los like que sólo necesita un post polémico para generar taquilla en las redes sociales. Les fastidia, como siempre, que la prensa haga un ejercicio crítico y de control, y validan, como nunca, su defensa a punta del desgaste de nuestra credibilidad.
Sale el senador Roy Barreras a sugerir que no hay independencia en los medios de comunicación y le abre carrera a quienes dicen que se está cercando al gobierno para impedir su “misión social”. El pastor Alfredo Saade, habla de democratizar los medios, porque los qué hay, según él “descontextualizan y están al servicio recalcitrante de la oposición”. Gustavo Bolívar gradúa a los reporteros de enemigos, manipuladores e irresponsables. Hasta la vicepresidenta Francia Márquez recrimina a los medios porque según ella nunca reportamos el acuerdo entre dos bandas criminales en Buenaventura. A ellos y a todos esos que atinan con desagravios permanentes, hay que aclararles que sí registramos la noticias, con todas las voces y que si van a caer en la estigmatización se tomen la molestia de ver una emisión completa de noticias, escuchar un programa radial, o leer todo el periódico… No estamos para patéticas lecciones de periodismo de políticos que se mueven por intereses personales. No les queda bien a ellos, funcionarios que ostentan el poder, hacer la fácil de sacar conclusiones y hacer juicios de valor orientados por las etiquetas. No solo le hacen un inmenso daño a los periodistas y todo su círculo cercano que se convierte en el blanco de ofensas, señalamientos y amenazas de muerte, sino que además le hacen un flaco favor a la sociedad que necesita una prensa fuerte, independiente y LIBRE.