¿Quién manda en Colombia?
Es que ya no solo se trata de que los violentos, los ilegales, los armados y los delincuentes hacen lo que quieren, es que ellos tienen el control y lo ejercen con cinismo y descaro: dicen y hacen cosas como si fueran favores y cuando dan tregua casi que tenemos que dar las gracias. Lo más preocupante es que nos estamos acostumbrando, ya se hizo paisaje, cada vez sorprende menos y en pocos días olvidaremos lo que pase hoy para empezar a ignorar lo que venga mañana. Aún peor, el gobierno, el que debería reaccionar, ejercer autoridad y mantener el control, lo normalizó y hace pronunciamientos como si se tratara de opinadores y no de quienes administran el poder.
Lo del Plateado en Cauca es grave y preocupante hasta el ridículo. La fuerza pública, que casi no llega a ese sector para asegurar las elecciones, fue secuestrada, humillada, maltratara y expulsada. La tropa estaba en medio de una misión humanitaria de desminado, pero, cómo ahora ni eso les está permitido, terminó a merced de una columna del Estado Mayor Central. Las disidencias se empoderaron y están ejerciendo el control territorial, desplazan a policías y militares e incluso se presentan como hermanas de la caridad cuando posan como remplazo del Estado y entregan obras públicas. Y claro, no es nada nuevo, eso es lo que siempre han perseguido, el agravante es que bajo la sombrilla del cese bilateral del fuego y la política de Paz Total la Fuerza Pública no sabe cómo reaccionar, hasta dónde puede llegar, no hay condiciones claras ni protocolos definidos y queda atrapada bajo los límites que en terreno pongan los violentos.
Ahora, como si les saliéramos a deber, esas mismas disidencias apuntan con el dedo acusador, se llenan de dignidad, dicen que es el gobierno el que está incumpliendo y se levantan de la mesa de diálogo ¡Háganme el favor la desfachatez! Ah, pero eso sí, el cese bilateral lo mantienen, y entonces, ¿les damos las gracias? El error de principio a fin es del gobierno nacional que se sentó a negociar con ingenuidad, pactó un cese el fuego sin protocolos ni verificación y, aun con todas las evidencias, no se da cuenta de que el único interés de ese grupo al margen de la ley, que además no debería tener estatus político, es el narcotráfico.
Y así, por partes, se está perdiendo la guerra que hoy está en código de Paz Total. En el otro frente, el ELN sigue con el secuestro, las extorsiones, las amenazas y los paros armados. El secuestro del señor Luis Manuel Diaz, papá de Lucho Díaz, llegó para recordarnos que esa guerrilla hace lo que quiera y que el cese bilateral está bajo sus reglas y a su acomodo. El Mane - que a la hora de entrega de esta columna no ha sido liberado- es la cara del oprobioso delito al que el ELN se resiste a renunciar. Y como si no fuera grave su secuestro terminan por responsabilizar a las autoridades de la demora en su liberación y ordenan, porque ello son los que mandan, al repliegue de la fuerza pública en la Serranía del Perijá.
Nos están cambiando la lógica y detrás del secuestro, según el discurso del ELN, no hay ninguna violación al DIH sino la defensa de su propio “derecho” a financiar la lucha armada.
Ojo, porque si el gobierno no deja tanta candidez, no habrá Paz total sino pacificación bajo las normas y condiciones que nos impongan los ilegales.