Analistas 29/06/2022

Rodolfo, de genial a fatal

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Rodolfo Hernández, el fenómeno de las elecciones, el outsider de la política, la sorpresa para muchos y el palo para otros, fue el candidato que lo hizo todo bien para primera vuelta y todo mal para segunda. Su nombre es al mismo tiempo una guía de cómo hacer lo correcto para ganar a bajo costo y cómo equivocarse reiteradamente para perder con facilidad. Él descubrió una fórmula tan asertiva de conquistar electores que solo fue superada por sus evidentes errores. Sus desaciertos fueron tan elementales y obvios que es difícil imaginar que fueran involuntarios, quizá sí, como se empieza a escuchar entre los políticos desilusionados, Rodolfo al final ya no quería ser Presidente.

Arranquemos con lo que hizo bien. Hernández deja una lección para campañas futuras: se puede construir una candidatura sin maquinarias, sin plegarse a las exigencias burocráticas de los partidos, sin comprar votos, sin gastos por debajo de la mesa y respetando los topes de la ley para la financiación de campañas. En el fondo el mensaje caló: llegar sin deberle nada a nadie, para poderle quitar la chequera a todos.

De ahí se desprende su otro acierto: “conectar las emociones”, logró hacerlo con un mensaje claro, diciendo lo que todos piensan y hablando como muchos quieren escuchar, sin palabras rimbombantes, con un lenguaje sencillo y verbalizando el descontento con el sistema.

Y al final el candidato de 77 años entendió lo que muchos, más jóvenes que él, aún están procesando: las redes sociales tienen un impacto real. Demostró que esas audiencias no son solo virtuales sino que pueden llevar a una acción concreta: votar y elegir presidente.

Ahora hablemos de sus errores. El candidato que al pasar a segunda vuelta tenía las cuentas a su favor no hizo nada para ganar votos, es más, aunque suene insolente, lo hizo todo para perderlos. Rodolfo espantó a muchos de sus electores.

Cuando tocaba afinar en campaña y meterle el acelerador a “la rodolfoneta”, el candidato se escondió: no salía de su casa en Bucaramanga o su finca en Piedecuesta. Tampoco hizo campaña y escasamente dedicó dos o tres días a grabar vídeos con mensajes o propuestas que sacó a cuenta gotas para que le alcanzaran durante las últimas tres semanas. En momentos en los que el país esperaba que diera golpes de opinión, él se fue para Miami y pretendió quedarse aduciendo razones de seguridad. Solo regresó en medio de la tormenta que desató su ausencia. Otro de sus errores fue maltratar a la prensa, no volvió a dar entrevistas y aunque habló con 2 medios en Miami, en Colombia a los periodistas se les negó, los dejó plantados o filtraba información errónea sobre sus apariciones públicas para nunca coincidir con los micrófonos o las grabadoras de los reporteros que lo cubrían. Cuando aceptó el debate televisado, con todo y que las condiciones eras exageradas, pareció una jugada maestra, sin embargo sus siguientes movimientos dejaron en evidencia que nunca quiso tal, quedó mal y creo en el ambiente la sensación, no solo de que no estaba preparado para un debate, sino que no estaba preparado para ser presidente.

Ahora Rodolfo llegará al Senado y aunque con 10 millones de votos está llamado a ser jefe natural de la oposición, ese rol parece que tampoco lo quiere. Llegaremos al 20 de julio y ya veremos.

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