¿Turismo por petróleo?
Es un discurso que enamora cuando se le escucha alejado de cualquier tipo de contexto: “¡vamos a reemplazar el petróleo por turismo, el petróleo nos está matando y el turismo nos puede dar el oxígeno que necesitan las venas abiertas de aquellos lugares exóticos y bellos de nuestro país!”
Pero hoy más que nunca eso no es posible. No pretendo dejar de lado la necesaria transición energética. Pero menospreciar los ingresos provenientes de la extracción de hidrocarburos para poner la mirada en el turismo parece algo más que inverosímil y desafortunado por estos días en el país. En “tiempos normales” los viajes y el transporte aéreo le representan a Colombia un promedio de US$5.000 millones al año, en cambio la exportación del petróleo y sus derivados cerca de US$20.000 millones, es decir casi cuatro veces más y estos no son “tiempos normales”.
Entonces, ¿pretendemos remplazar la boyante industria del petróleo por los ingresos de un turismo en crisis? Es hora de cambiar, o por lo menos, moderar el discurso: poner los pies en la tierra y entender que Viva Air y Ultra Air están en quiebra, que en un país en donde siempre ha sido muy caro viajar en avión dos de las aerolíneas que ofrecían tiquetes a bajo costo están fuera de operación, que eso significa 30% menos de oferta en tiquetes y que justo en esta corta temporada de vacaciones varias ciudades tienen hasta 70% menos ocupación. Nuestra joya, San Andrés, atraviesa la más difícil situación económica: hoy en día sólo hay ocho vuelos diarios a la isla cuando en una temporada de vacaciones se podían contar hasta 35%.
Si el Gobierno pretende revertir esta realidad y vender el discurso de “turismo por petróleo” debe tomar medidas urgentes. Sin embargo, lo que se le ve, es todo lo contrario: el año pasado terminó la vigencia de la ley de turismo que permitía una reducción del IVA en los tiquetes de 19 a 5%, y pese al llamado de atención y jalón de orejas de varios operadores, no se hizo nada al respecto. Sí, estamos en época de crisis, pero aún en condiciones normales la industria del turismo en Colombia no tiene condiciones.
Es cuestión de infraestructura, de vías de acceso, pero sobre todo de confianza: la confianza que pueden, o más bien no tienen los viajeros a la hora de llegar a sus destinos. Se siente inseguridad frente a la amenaza de grupos armados organizados e inseguridad frente a la amenaza de la delincuencia común que cada vez pesa más en los indicadores del bienestar urbano.
No hace mucho se conoció un estudio realizado Por el Consejo para la Seguridad Pública en México que revela que entre las ciudades más inseguras del mundo, vergonzosamente hay varias colombianas: Cali, Santa Marta, Buenaventura, Cartagena, Palmira y Cúcuta.
Colombia no está preparada para el discurso de que el turismo puede reemplazar el petróleo. Primero habrá que reparar los profundos daños que hay en ese sector, suplir el vacío que dejó la quiebra de dos aerolíneas, construir infraestructura y garantizar la seguridad, y esto apenas para regresar a una situación de normalidad; después será hora de fortalecer este renglón económico con promoción y beneficios tributarios que incluyan a viajeros, aerolíneas , hoteles y todos los actores relacionados en esta cadena de valor. Así que a “volar” menos y a “aterrizar” más.