Vices es lo que hay
Me voy tomar estas líneas, no para alimentar la incertidumbre, que ya la hay hasta el hastío, sino la serenidad. Les propongo voltear a mirar a esos personajes que no siempre atraen los reflectores, no son protagonistas o estrellas, no son del titular o la primera página y aún así han ganado un espacio en medio del turbulento panorama político. Sus voces empiezan a escucharse, y ojalá con mas fuerza, en medio de la contienda. Son moderados aunque enérgicos, conocen las realidades de sus regiones y lo mejor de todo, no están con el lenguaje venenoso de quien trata de sobresalir a punta de acabar con el prestigio del otro.
Por eso, alejada de apasionamientos políticos o sesgos ideológicos, quiero resaltar a tres de las fórmulas vicepresidenciales.
El primero, Luis Gilberto Murillo. Él es importante no solo por lo que representa: un negro, que se abrió paso en medio de las difíciles circunstancias de su pueblo en Chocó, mejor gobernador en su departamento, ministro de Ambiente y destacado profesor de MIT. Murillo, quien posee mejores credenciales que muchos de los candidatos a la presidencia, tiene algo más valioso por estos días: se entiende con todos los sectores. Aunque es la fórmula de Sergio Fajardo, el más antigavirista de todos los candidatos, tiene una relación cordial con el expresidente. Es un hombre que no reconoce enemigos ni siquiera en la campaña de Federico Gutiérrez contra quien el centro ha enfilado baterías; responde con humildad a los ataques y resuelve con una sonrisa los más agudos problemas de la mecánica electoral. Y eso que parece una banalidad es un rasgo que abre puertas en una campaña que hasta el momento se ha encargado de cerrarlas.
Otra fórmula que ha sorprendido es Rodrigo Lara Sánchez. Al principio un nombre que pocos entendieron en medio de la confusión de si se trataba del senador de Cambio Radical, un homónimo o, como efectivamente lo fue, el exalcalde de Neiva que andaba desaparecido de la escena política. Su nombre fue recibido con un tanto de incredulidad entre quienes no lo tenían en sus cálculos y complacencia por quienes ya lo conocían. En apenas dos semanas ha brillado con un discurso coherente, con desapego de cualquier ego, humilde y conciliador. Ha sabido llevar su nombre y sus apellidos: primero, el segundo, el del hijo de una mujer, trabajadora y cabeza de hogar ; y después el primero, que lo ubica como el hijo del inmolado ministro de quien obtuvo su apellido años después de su muerte.
Y termino hablando de Francia Márquez. Mujer, negra, lideresa, defensora de los derechos humanos y el medio ambiente. Ella de Suárez Cauca, ha sabido encausar las voces de las víctimas y juntarlas con las de jóvenes activistas que no se hallaban en el turbio espectro electoral de la izquierda. Tiene un discurso coherente, digno, aveces desafiante pero que tampoco cae en provocaciones y al contrario las capotea con finura aunque vengan de una cantante o de un expresidente.
Alguien me decía hace poco “un vicepresidente no suma mucho pero puede restar”, y es cierto, lastimosamente en política electoral las sumas y restas se hacen con base en los votos que ponga o quite un nombre, pero estas fórmulas han aportado y mucho a la forma de hacer política en el país, tanto así que los propios candidatos deberían tomar su ejemplo.