Analistas 22/06/2023

¿Y el acuerdo sobre lo fundamental?

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

La historia nos ha llevado por el camino de la polarización y en la polarización llegamos al agobiante viaje de la radicalización. Pero aún en el hervor de los ánimos nadie con un mínimo valor democrático, intuición patriótica o incluso sentido de supervivencia quiere que al Presidente le vaya mal. Es una simple ecuación: si a Gustavo Petro le va mal a todos nos va mal, por eso en esas cuentas tampoco cabe el tal golpe blando - que solo se sostiene por la retórica que tejen defensores a ultranza del gobierno- y mucho menos el golpe de Estado.

De la figura presidencial en Colombia dependen además de la política, las reformas sociales, el diseño institucional y el funcionamiento del Estado, la economía. Y esa balanza no solo se sostiene por las políticas públicas que implementa el gobierno nacional, también por la simple estabilidad o inestabilidad por la que transita el país: entre más estable se perciba Colombia, mejores proyecciones tendrá, es un juego de confianza.

Por eso, no está bien anular cualquier inquietud que se tenga frente al gobierno, demeritarla, desacreditarla y en cambio sí meterla en la misma bolsa de críticas con cálculo electoral. Presidente, no le hace bien ni a usted ni al país graduar a millones de colombianos como opositores, muchos de ellos simplemente son personas inconformes con políticas muy puntuales en su gobierno, ciudadanos que como en cualquier democracia creen tener el derecho de disentir. Es dañino para ellos empujarlos hacia un espectro de la opinión, etiquetarlos y juzgarlos cuando apenas presentan alguna inconformidad. Pero sobre todo le hace daño usted agrandando esa masa de contradictores políticos con ciudadanos que también le apuestan a un mejor país.

En vez de restarle importancia a las legítimas expresiones ciudadanas, desde el gobierno nacional deberían escucharlas y volver a la idea de el Acuerdo sobre lo Fundamental. Es que los empresarios no son enemigos; los expresidentes no son enemigos; los ciudadanos que salieron a marchar no son enemigos; todos son colombianos buscando lo mismo: equidad y justicia social.

Este, que es el primer gobierno de izquierda en Colombia no se puede echar a perder en una eterna rivalidad y el juego dialéctico que se enreda entre la paranoia y el delirio. Es momento de rectificar el camino, de convocar y unir al país. Le haría bien a este ajedrez legislativo retirar las reformas y volverlas a presentar, no sólo por el contenido, en el que quizás sea muy difícil llegar a un acuerdo amplio, sino porque el trámite ha estado cargado de trampas, movimientos engañosos y vicios, que lo único que hacen es denostar y validar el juego sucio de la política.

Dicho todo esto, también es necesario recordar el valor de la libertad de prensa, que por muy incómoda que a veces parezca, simplemente hace su tarea. La libertad de información y la pluralidad en los medios de comunicación es un pilar fundamental para la construcción de cualquier democracia. Solo es de regímenes autoritarios cargar todo el poder institucional y alinear las fuerzas populares contra los periodistas; ese daño es fácil de hacer, pero difícil de reparar. Está en sus manos Presidente, si todos queremos lo mismo, no hay contenedores para enfrentar sino aliados por reconocer.

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