Reciclaje: aprendizaje en pandemia
Vivimos un momento complejo a raíz del covid-19 que cambió radicalmente nuestros comportamientos sociales. El reciclaje no ha estado exento a esos cambios, dejando de manifiesto lo vulnerables que son quienes ejercen esta labor.
Es el caso de los recicladores de oficio. En Colombia hay registros de aproximadamente 30.000 personas que ejercen esta labor. Sin embargo, se estima un subregistro de otras 30.000 personas.
Ellos realizan su trabajo de forma callada. Son casi invisibles para los consumidores quienes muchas veces se desentienden de lo que sale de sus casas, dejando que el problema pase a otras manos. De hecho, los recicladores de oficio se encargan del 50% del aprovechamiento de los materiales reciclables generados los hogares colombianos, incluso los sacan de las bolsas de basura para evitar que se vayan a los rellenos sanitarios porque aún en Colombia la separación en la fuente no se hace correctamente.
Después de grandes luchas sociales que se han dado por la reinvindicación de sus derechos y la conscientización acerca del rol que juegan en la sociedad hemos entendido que los recicladores de oficio son vitales para el desarrollo sostenible al ser unos gestores ambientales formidables.
Marcos normativos como el Auto 275 de 2011 y la Sentencia T-724 de 2003 de la Corte Constitucional, reinvindican su papel en los esquemas de aprovechamiento dentro del servicio público de aseo. Incluso, a partir de 2016, se abrió la posibilidad de que los recicladores y las asociaciones que los congregan cobren por el servicio de aprovechamiento, parte de la tarifa de aseo que pagamos los colombianos. Su trabajo representa la conexión natural de los consumidores con la gestión de residuos en el posconsumo. Sin ellos sería imposible encadenar los residuos aprovechables con las bodegas, los acopios y finalmente con las empresas transformadoras, para convertir dichos materiales en nuevos productos y materias primas destinadas a hacer envases y empaques útiles para la sociedad.
En los últimos años y gracias a la articulación de muchas entidades, empresas y del gobierno, así como la toma de consciencia por parte de los consumidores, las cifras de reciclaje en Colombia han venido en aumento. De acuerdo al Sistema Único de Información de la Superservicios, en 2019 se aprovecharon 1,3 millones de toneladas, un 14% más que en 2018, lo cual, denota el esfuerzo hecho. Estos resultados también son consecuencia del buen trabajo que hacen los recicladores de oficio.
Pero a partir de abril de este año todo ha sido diferente. La pandemia hizo que el reciclaje entrara a un escenario complejo, afectando fuertemente a quienes viven de esta actividad. Si bien el Decreto 531 del 8 de abril, que estableció el aislamiento preventivo obligatorio permitió la circulación de las personas que trabajan en actividades de servicios públicos y aprovechamiento, la actividad de los recicladores se ha visto golpeada. La cantidad de materiales aprovechables se redujo, las bodegas y acopios han cerrado por la incertidumbre existente y la gente por el confinamiento, se ha olvidado de la responsabilidad de la separación en la fuente.
Esto ha generado un riesgo inminente de acumulación de residuos que potencialmente tienden a irse a los rellenos que operan en el país, muchos de los cuales están por cumplir su vida útil en los próximos cuatro años, sin contar el riesgo de que terminen en botaderos a cielo abierto constituyéndose en un grave factor de contaminación ambiental.
Eso puede cambiar. Esta situación no es excluyente de la responsabilidad que tenemos con los recicladores. De hecho, las empresas del sector de bebidas nos hemos dado a la tarea de apoyarlos con elementos vitales como mercados y con otros que les permitan ejercer su labor con el máximo cuidado en esta época. Pero los ciudadanos tenemos una obligación mayor: seguir separando correctamente los residuos, depositando en bolsa blanca los productos reciclables o reutilizables y entregarlos al reciclador, facilitándole su labor. No podemos dejarlos solos. Ellos están trabajando para ayudarnos evitando que la basura se incremente.
Hoy, en medio de la adversidad, debemos aprender que reciclar es una condición necesaria para que la sociedad funcione. Esa es una gran forma de demostrar nuestro compromiso con un planeta que nos hace cada vez más un llamado: ser cada vez más sostenibles.