El Día del Trabajo
El 1 de mayo se declaró oficialmente como el Día del Trabajo en 1889 en la reunión internacional socialista en París, y se creó para conmemorar los mártires de Chicago. Tres años antes, el 1 de mayo de 1886, 340.000 trabajadores en Estados Unidos salieron a las calles a a reclamar una jornada laboral de ocho horas diarias. La legislación evitaba que se tuviera una jornada laboral mayor de 18 horas continuas. Las exigencias de la huelga también incluían el derecho a la huelga, libertad de expresión y asociación y salarios justos. En Chicago, la ciudad más activa, la huelga se transformó en violencia, dejando como resultado cuatro muertos y 50 heridos, y cinco dirigentes socialistas fueron sentenciados con la pena de muerte. Aunque el Día del Trabajo se convirtió en una jornada festiva, también debe ser un día de reflexión sobre las condiciones de los trabajadores y del mercado laboral.
Se originó como una confrontación entre trabajadores y empleadores, confrontación mediada por la legislación, es decir, por el Estado. El papel del Estado es esencial porque en el mercado laboral no solo participan estos dos actores, trabajadores y empleadores. También están los desempleados, y entre los trabajadores están los formales y los informales. Estos últimos son más de la mitad de los trabajadores del país (55%). Y cerca de la mitad de los trabajadores ganan por debajo del salario mínimo. Entre los empleadores están las MiPyme que, de acuerdo con un análisis del Bbva, en el mundo laboral formal son 99,5% de las empresas en Colombia, generan 79% del empleo y 40% del PIB. Esta multiplicidad de actores lleva la discusión del mercado laboral sea una discusión de distribución, y si se considera que debe ser una confrontación, unos pierden y otros ganan. Por ejemplo, si el salario mínimo es muy alto, menos empresas podrían contratar con el salario mínimo, y crecería la informalidad o el desempleo.
Es importante entonces buscar elementos comunes que permitan hacer la mejor distribución posible y buscar que todos los actores ganen. La variable más importante es la productividad laboral. Si la discusión se da a través de los costos laborales o elementos como la estabilidad laboral, y no viene acompañada por la productividad, todos podemos perder. Las empresas en algún momento no podrán contratar más trabajadores, y algunas pueden desaparecer. Para aumentar la productividad, es necesario reformar la formación para el trabajo, trabajando con los empleadores, y con otras instituciones públicas como las agencias de empleo. Un buen ejemplo es el programa Talento Capital y el acuerdo por el empleo lanzados por la alcaldía de Bogotá. Una apuesta importante a la cual es necesario apoyar y hacerle seguimiento para ajustarla.
Por otro lado, en la discusión distributiva buscando en que todos ganemos, el Estado puede intervenir más allá de la legislación. La estabilidad laboral puede generar costos a las empresas que, frente a la competencia y a la cuarta revolución que estamos viviendo, las puede llevar a desaparecer. Pero la estabilidad puede ser remplazada por un seguro de desempleo que ayude al trabajador en los momentos en que esté cesante. Se remplaza la estabilidad laboral por la estabilidad de ingresos. Y el seguro puede ir acompañado por la formación para el trabajo que ayude al trabajador a recapacitarse y conseguir un nuevo empleo.